Carthago delenda est
(Cartago debe ser destruida)
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Para que Roma sobreviva, Cartago debe ser destruida. Así de
claro lo tenía Catón el Viejo al señalarlo cotidianamente en sus discursos ante
el Senado Romano. De la misma manera, hay que advertir al pueblo español y sus
políticos de que, para que España sobreviva, han de ser destruidas las fuerzas
separatistas y disgregadoras. Han de ser destruidas con la fuerza de la razón y
la potencia del voto. Por esa misma razón, hay que perfilar bien al “enemigo”. Se trata,
por empezar por un principio lógico, de señalar a la burguesía catalana y de la burguesía
vasca. Una burguesía siempre aliada con todos aquellos que tendieran a
debilitar el Estado español. Paraguas de ETA y de Terra Lliure y, siempre, con
doble juego, ávidos de pactos en los que conseguir beneficios económicos y
poder territorial. Apoyan las aspiraciones de estas burguesías territoriales,
partidos minoritarios de raíz marxista cuyo método es la destrucción del Estado
para “sobre sus cenizas construir una nueva sociedad, la sociedad comunista”.
Y, ya sabemos la trayectoria de los regímenes comunistas…
La Constitución del 78 dejó un Estado débil y unos políticos
a merced de las fuerzas disgregadoras. Ningún presidente de la democracia ha
tenido la valentía, ni el pundonor, de hacer frente al primer problema de
España que es, su supervivencia como Estado. Un rey decepcionante, Juan Carlos I
y unos presidentes: Suárez, Cavo Sotelo, González, Aznar, Zapatero, Rajoy y
Sánchez que han demostrado una gran debilidad e incapacidad, haciendo
permanentemente cesiones a los territorios. El estado de Alarma por la pandemia
del Coronavirus, ha puesto de manifiesto una situación de descomposición del Estado
que era ya un clamor, entre la mayor parte de la población española. Población
a la que se tiene suficientemente dividida para que su voto no perturbe el
proceso segregacionista.
Para que el Estado vuelva a tomar forma es preciso vencer a
las fuerzas separatistas y comunistas en las urnas y en segundo lugar
recomponer la fuerza del estado recuperando aquellas competencias que son
fundamentales para el gobierno de la nación.
A luchar en este frente, por la democracia, la unidad y la
fortaleza del Estado, están llamados todos los españoles de bien y, a su vez,
los partidos que ahora se llaman constitucionalistas, separar sus diferencias y
“REMAR” en la misma dirección. La primera decisión debe ser la de cambiar la
Ley Electoral. No es de recibo que los diputados secesionistas se burlen y mofen en
nuestra cara en sede parlamentaria. ¡Una vergüenza!
No será pues el Coronavirus quien acabe con España, como no
acabó con ella ninguna de las otras pandemias acaecidas en siglos pasados. El modelo de Estado y la concepción de España como la conocemos desde hace cientos
de años, entró en peligro con ocasión de la primea y, desde luego, de la
Segunda República. Por esa razón, la amenaza más importante que nos atenaza hoy
día (pandemias aparte) es la posibilidad real de que finiquite nuestro modelo de
convivencia: una España FUERTE, UNIDA, DEMOCRÁTICA, PARTICIPATIVA, DE PROGRESO y homologable a
las democracias europeas de nuestro entorno. Conjurar la amenaza está en tu VOTO.
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