Santa Eulalia en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid
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EL QUE LO ES SE LO CALLA
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Corría el primer cuarto del siglo
XIX, siglo convulso y de grandes transformaciones políticas y sociales, cuando
sucedieron los hechos que a continuación vamos a relatar. Con el estallido de
la Guerra de la Independencia en España dio también comienzo una nueva edad de
la historia, la Edad Contemporánea. En este tiempo destacó por su inteligencia
y su patriotismo un vecino de Santa Eulalia del Campo llamado Isidoro de
Antillón y Marzo. Isidoro estaba allí donde el vértice del nuevo movimiento se
ponía en evolución. Participó activamente con otros turolenses en la confección
de la Constitución de Cádiz, constitución que chocaba frontalmente con el poder
absoluto de rey, hasta entonces. Por esa principal razón Fernando VII tomó
deseo de venganza contra él a pesar de que, el de Santa Eulalia, había formado
parte de las Juntas de Defensa que se habían levantado para defender a España
de la invasión napoleónica. Fue además, el de santa Eulalia un reputado
geógrafo, eminente político en el sentido superior de la palabra y
jurisconsulto.
Rondaba el año 1814 cuando Fernando VII
vuelve a España aclamado por la población.
Dispuesto a restaurar la monarquía absoluta y eliminar la Constitución
de Cádiz, mandó buscar a Isidoro por las tierras turolense, todavía no existía
la provincia de Teruel, para llevarlo a Madrid.
Nada más entrar los soldados
procedentes de Madrid por el Pedregal en tierra aragonesa, comenzaron a preguntar a la gente en
busca de Antillón. ¿Eres de Santa Eulalia? ¿Sabes donde vive Isidoro de
Antillón? Así que, el temor a los soldados
del rey se extendió por toda la cordillera Ibérica. De esta manera, si acaso
topaban los soldados, por casualidad, con un vecino de Santa Eulalia y, le hacían
las dos preguntas de ritual, estos, callaban amedrentados. Y así, a base de
interrogaciones y castigos crueles, prosiguieron el rastro hasta hallarlo en
Mora de Rubielos. Aquí fue apresado, pero ya con una grave enfermedad, murió de
camino a Madrid en su pueblo natal donde fue enterrado.
Pero, la venganza de Fernando VII no
se vería totalmente satisfecha hasta que, pasado el Trienio Liberal (1820-23), mandó sacar su cuerpo de la tumba de la iglesia de Santa Eulalia, quemar sus restos y esparcir
sus cenizas.
De esta manera el temor se apoderó de
los hijos de Santa Eulalia de tal manera que cuando les preguntaban su
procedencia, todos automáticamente y presos del pánico callaban. De ahí el
dicho. “De SANTA EULALIA el que lo es se lo calla”.
Pasó el tiempo y se perdió memoria de
estos hecho entre la población de la provincia, sin embargo, sí que está
todavía viva entre los lamineros o
soplones pues, así como lo relatamos ahora, nos lo han contado al carasol
de esta iglesia que hiciera Pierres Vedel en el lugar.
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