Ilustración de Natalio Bayo
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NOMBRE
Y APELLIDOS
Braulio
Foz y Burges
LUGAR
Y AÑO DE NACIMIENTO
Fórnoles,
1791
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ESTUDIOS
En
Calanda
En
Huesca y en Francia.
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TRABAJOS
Catedrático
de la Universidad de Huesca (1814-16)
Enseña
latín en Cantavieja (1816-22)
Catedrático
de Griego en la Universidad de Zaragoza (1822)
Exiliado
en Francia 1823.
Fundó
y dirigió "El Eco de Aragón" en Zaragoza 1838
Decano
de la Facultad de Letras de Zaragoza.
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OBRAS
Plan
y método para la enseñanza de las letras humanas (1820)
Literatura
Griega (1849)
Arte
latino (1842)
El
verdadero derecho natural (1832)
Derechos
del hombre (1834)
Documentos
filosófico-religiosos y morales (1861)
Del
gobierno y los fueros de Aragón (1850)
Comedias:
Quince horas de un liberal (1823) La palabra de un padre. El homeópata fingido.
Los homeópatas de provincias. La derrota de la hemopatía.
1844
LA VIDA DE PEDRO SAPUTO.
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MURIÓ
En
Zaragoza, año 1865
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Ilustración de Natalio Bayo
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Libro primero
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Libro primero
Capítulo
I
Nacimiento
de Pedro Saputo
¡Bendito sea
Dios, que al fin el gran Pedro Saputo ha encontrado quien recogiese sus hechos,
los ordenase convenientemente, y separando lo falso de lo verdadero levantase
con la historia acrisolada y pura de su vida la digna estatua que debíamos a su
talento y a sus virtudes! ¿Qué me dará el mundo por este servicio, por esta
deuda común que pago, no tocándome a mí más que a cualquier otro vecino? Pero
¡maldito sea el interés!, no quiero otra recompensa que saber, como lo sé desde
ahora, que este libro se leerá con gusto por viejos y jóvenes, por sabios y por
ignorantes, en las ciudades y en las aldeas. ¡Oh, cuántos buenos ratos en las
veladas de invierno pasarán con él calentándose a la lumbre o al brasero! Pues
no quiero más recompensa, como digo; esto, y esto sólo es lo que me he
propuesto. Y pues lo doy por conseguido, nada más se me ofrece advertir, ni
prevenir a mis lectores.
En la villa de
Almudévar, tres leguas de la famosa ciudad de Huesca, en la carretera de
Zaragoza, nació Pedro Saputo de una virgen o doncella que vivía sola porque
había quedado de quince años sin padre ni madre, y era pobre, no teniendo más
bienes que una casita en la calle del Horno de afuera, y manteniéndose con el
oficio de lavandera y el de cocinera de todas las bodas y de las grandes
fiestas del lugar; en su juventud cantaba con mucha gracia porque tenía una voz
extremada y tocaba el pandero como una gitana. Con estas habilidades nunca le
faltaba lo necesario, y algún regalo y buen pasatiempo. Iba muy aseada; no
envidiaba nada a pobres ni a ricos; todos la querían bien, y ella no quería mal
a nadie.
Para mayor
noticia de la persona diremos que era lista, redonda de cara, no fea, aunque
tampoco bonita, delgada caminando a gruesa, desembozada de palabras; pecho
franco y abierto, discreta lo que le bastaba, honrada de casta, recatada con
buena fama en el pueblo, y al todo muy afable. Con cuyas prendas y virtudes
entender se deja que tendría muchos pretendientes, y los tuvo, en efecto, no
menos en línea recta que en la línea torcida, y de todos sabores y apariencias;
pero no se daba por entendida de la mala intención de algunos, y tomando las
palabras siempre a la derecha, a todos respondía lo mismo y los despedía sin
ofenderlos diciendo que no quería casarse ni tener amores. Y eso que la
recuestaron mozos muy engreídos y valientes, y algunos con ajuar y pegujar, que
lo hubiera pasado como una hidalga. Y era que cuando comenzaba a ser moza le
dijo una gitana que si se casaba lloraría muchas lágrimas, haciéndole una
profecía en verso que decía:
Si casas habrás esposo,
Lágrimas pena y dolor;
Concierta sola tu amor
y el fruto será glorioso.
No alcanzaba el
sentido de la profecía sino así por mayor, pero entendió muy bien y se le hincó
hondamente como púa en el alma lo de lágrimas y penas, y era bastante para que
temiese: conque cerró los oídos a toda proposición de matrimonio por más que
andando el tiempo llegó a cumplir los veinte años de edad, que en aquel siglo
casi era afrenta, puesto que después y en el nuestro no sea más que recelos de
soledad y pensamientos de poco sueño.
Empero cuando
menos se cataban en el lugar amaneció de seis meses, que por su gran opinión de
honesta lo vieran y no lo creyeran si ella no lo dijese; pero lo decía y lo
afirmaba con tanta naturalidad y llaneza que con esto y lo que veían hubieron
de creerlo. Cuando llegó el tiempo dio a luz un niño muy robusto y hermoso, y
preguntándole de quién era, dijo: Por ahora mío y de Dios, cuyos somos todos. Y
de aquí no la pudieron sacar. Un poco se amostazó el justicia y también el
señor cura porque no decía quién era el padre del niño; pero ella se mantuvo en
lo dicho y hubieron de tascar el freno de su curiosidad burlada en este
secreto.
Cuando llegaron
a bautizar el niño, porque nunca un caso como aquel se había visto en el lugar
y parecía milagro (que los tiempos dicen que eran otros que los que corren
ahora, aunque yo no lo creo), ninguno se ofrecía a ser su padrino; y el
justicia y el síndico ayuntaron concejo general del pueblo y dijeron: «Honrados
vecinos de Almudévar: por la voz que ha corrido debéis saber que la honesta
hija pupila de Antonio y Juana del Horno de afuera ha parido casualmente un
niño, y no tiene quién lo saque de pila. Echemos suertes si os parece, y de los
tres nombres primeros que salgan se elegirá uno a votos libres de todos.»
-¡Bien, bien!, gritó la multitud. Y echaron suertes, y salieron dos hombres y
una mujer; y pasando a votación, todos menos seis votaron porque fuese madrina
la mujer, y que los dos hombres y el síndico la acompañasen. Era una doncella,
y no faltó quien murmuró de la suerte diciendo que las doncellas no debían
haberse puesto en cántaro por serlo la madre del niño y no estar bien que la
visitasen. Pero al que esto dijo, que era un ricacho con vanidad de hidalgo, le
miraron de mal de ojo y aun le aborrecieron todo aquel día. Fue, pues, madrina
la doncella, y lo sacó de pila con mucho contento; y como era de una casa
acomodada hubo gran bateo, que lo dieron los acompañantes y el padre de la
misma madrina. Pusiéronle por nombre Pedro, y no se habló en muchos días de
otra cosa en el lugar. Cuando la madre sacó al niño públicamente parecía una
conda en la formalidad y satisfacción que mostraba y en los dijes y mantillas
que le ponía; y las gentes la querían aún más que de denantes. Parábanla todos
a mirar al niño, y sin saber por qué se alegraban; y aun muchas mujeres,
especialmente doncellas, casi le tenían envidia.
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NATALIO BAYO, ILUSTRADOR DE LA OBRA "LA VIDA DE PEDRO SAPUTO"
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NATALIO BAYO, ILUSTRADOR DE LA OBRA "LA VIDA DE PEDRO SAPUTO"
NATALIO
BAYO
(De
Liber ediciones)
Natalio Bayo
nace en Epila (Zaragoza) en 1945. En 1969 realiza su primera exposición
individual. Pronto su vocación pictórica se ve alentada: le es concedido el
Primer Premio San Jorge de la ciudad de Zaragoza en 1970, el premio Beca María
Blanchard de dibujo para artistas menores de 25 años, en Santander y en 1971
una Beca de pintura de la Dotación de Arte Castellblanch, que le permite una
larga permanencia en Italia.
El conocimiento
y el contacto con el Renacimiento y en especial con el Florentino que propicia
esta estancia italiana, influyen decisivamente en la obra posterior de Bayo. En
su trayectoria, los estilos se mezclan y conviven, desde el pop y un
expresionismo casi rozado hasta el realismo que deriva en su surrealismo
onírico.
A finales de
1972 forma con otros jóvenes pintores de Zaragoza el grupo AZUDA 40, con el que
expone en diferentes ciudades españolas. Natalio Bayo ha mostrado su obra en
Madrid, Barcelona, Zaragoza, Sevilla, Valladolid y Salamanca entre otras
ciudades españolas y en el extranjero en Colombia, Nicaragua, Japón, Francia,
Alemania y Holanda.
Las creaciones
de Bayo están presentes en docenas de museos y colecciones, a destacar La
Biblioteca Nacional, la Fundación ONCE o la Dirección General de Bellas Artes
del Ministerio de Cultura. Como ilustrador de bibliofilia, Natalio Bayo ha
colaborado con conocidos autores como Juan Antonio Labordeta –’Canción para
atenazar a una paloma’ 1976, ‘Canciones de amor’ 1997– o Antón Castro, pero es
la Carmen de Liber Ediciones la obra en la que Bayo ha podido desarrollar más
extensa y brillantemente su pasión por el grabado.
En el epílogo de
esta obra, Mauro Armiño dice sobre el artista: “Bayo, tras unos coqueteos
iniciales con la abstracción, siempre ha navegado entre Escila y Caribdis
salvando escollos; porque se trata de una figuración tocada por el ala de otras
corrientes: su realismo no es real, sino mágico, para ver surgir sobre sus
lienzos personajes masculinos o femeninos a los que la mirada del artista
envuelve en la decadencia de sus elementos más carnales; o también palomas o
caballos con toques de sublimación, sobre paisajes furibundos en los que Goya
en ocasiones es un referente.
En la larga
trayectoria de Bayo, los estilos se mezclan y lindan entre sí por etapas: desde
el pop hasta una mirada de reojo al expresionismo inicial del siglo XX, con un
rotundo poder de ironía, de reescritura de grandes temas pictóricos del pasado;
y la mezcla en ocasiones alcanza una audacia sorprendente entre el realismo que
deja sobre las figuras el paso del tiempo y un surrealismo onírico”.
Natalio Bayo es
un pintor, grabador y dibujante impecable. En su importante obra gráfica
destaca la calidad del dibujo y en muchos de sus trabajos, su fuerte
vinculación temática a la realidad social.
Prólogo de Gonzalo M Borrás
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MIGALÁNCHEL MARTÍN PARDOS HA HECHO LA TRADUCCIÓN DE LA OBRA "LA VIDA DE PEDRO SAPUTO" AL ARAGONÉS
Migalánchel Martín Pardos natural de Pancrudo (Teruel)
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Tapa del cuaderno 1 de la traducción del Pedro Saputo de M. Martín. Tapa d´o cuaterno 1 d´a traduzión d´o Pedro Saputo de M. Martín
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