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No sirve de consuelo decir que
estamos ante una de las guerras modernas que se practican a nivel mundial. Estas
nuevas formas de conflicto pueden tener la forma de guerra económica, bacteriológica,
química, nuclear y, finalmente, guerra informativa (particularmente peligrosa y que causa los estragos añadidos que estamos observando en los abastos). Pero tenga la guerra, la forma que tenga, siempre tienen que
tener el país un Estado Mayor (un capitán) firme y decidido. Esta forma de estado fuerte y
centralizado ha dado buen resultado o lo está dando en China. Por el contrario,
la debilidad del estado español, no solamente no hace ganar la guerra sino que
incrementa sus efectos. En esta guerra llevan la voz cantante los “sargentos”
que son las comunidades autónomas y el estado central (el capitán) está a
verlas venir. “Nunca deberían de haberse transferido las competencias en
sanidad” dicen ahora muchos. ¡Ya es tarde! Y somos el quinto país del mundo, de
los 194 soberanos, con mayor infectados del coronavirus. A partir de esta
dolorosa experiencia deberemos plantearnos la estructura de nuestro Estado
español. De momento la debilidad de este estado compuesto nos lleva a la
claudicación. El virus gana y el ciudadano muere.
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