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sábado, 17 de marzo de 2018

Marzo2018/Miscelánea. VIAJE DE LOS GACHEROS AL PICO DEL BUITRE PARA VISITAR EL CENTRO DE ESTUDIOS DE FÍSICA DEL COSMOS DE ARAGÓN (CEFCA)

VIAJE AL OBSERVATORIO DEL CEFCA
Día: 21 de marzo
Hora: 9:00 horas
Lugar: bar Happines 
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LA AFICIÓN A LA ASTRONOMÍA
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Ni Hiparco de Nicea, ni Aristarco de Samos, ni  muchos menos Nicolas Copérnico fueron tan grandes astrónomos como Fabianus Orriendus. Fabianus ya de zagalote  le gustaba sobremanera ir a misa todos los domingos y fiestas de guardar, más aún, en cuanto pudo se metió de monaguillo. No era la razón de esta apetencia religiosa el amor a la Fe o a las Virtudes, todo lo contrario, había una razón secreta que le llevaba a escuchar con atención la Santa Misa.
Todo sucedió una mañana de domingo mientras que el cura se revestía para decir misa en la sacristía. Fabianus le ayudaba alargándole ya el cíngulo, ya el manípulo, ya la estola, en tanto que el sacerdote, de forma pausada y cadenciosa tomaba la copa y colocándosela en los labios inclinaba la cabeza hacia el tozuelo. Así, mientras el líquido caía en su garganta, la nuez del garganchón le subía y bajaba como si fuera un potente muelle. Tal fue la curiosidad del monago al ver al mosén de esta guisa que no dudo en inquirirle la razón de esas libaciones antes de salir a “celebrar”. Mira Fabianus, le espetó el mosén entre mordaz y cortés, mi verdadera vocación no es la de sacerdote. A mí, lo que verdaderamente me hubiera gustado ser es astrónomo. Por tal razón, dijo guiñándole un ojo, levanto la cabeza hacia el cielo tan a menudo. La inclino hacia atrás, para poder ver mejor las estrellas, ¿comprendes zagal?
Si señor cura, dijo Fabianus, a mí también me gustaría ser astrónomo. A lo que el sacerdote, soltando una sonora y etílica carcajada, le contestó. Pues, hijo mío, aprende y, para aprender, no dejes de venir nunca a misa. Tú, le pronosticó, con el tiempo llegarás a ser como yo, un gran ASTRÓNOMO.
Como los padres de Fabianus vieran en el zagal tal dedicación a la iglesia y a los oficios sagrados, particularmente a la misa, un día le preguntaron. A ver Fabianus, hijo, tú de mayor, ¿qué quieres ser? El muchacho sin pensárselo dos veces contesto: ASTRÓNOMO.
Y, cómo tal, respondió el padre, pero, a ti quién te ha metido en la cabeza esa idea. Yo, dijo el zagal, quiero ser astrónomo como el cura… para empinar bien el codo. A lo que su padre, viendo la inocencia del zagalote, soltó una sonora carcajada.
Pero la “vocación” del muchacho era real y al poco tiempo ya era asiduo cliente de la “Academia de Astronomía”. Pues, tal era el nombre del bar de su pueblo, un nombre que fue puesto en su honor.
Cualquier lugar es bueno para instalar un telescopio.
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