EL DEBATE SOBRE LA POSVERDAD
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Que Internet (la red global de
comunicación) ha cambiado definitivamente nuestras vidas, ya nadie lo duda. Pero
lo que ahora se plantea es si Internet puede cambiar, también, nuestro destino.
Los dos ejemplos más determinantes han sido la elección de Trump en EEUU y el referéndum
sobre el Brexit. Los diarios están llenos de Preguntas. ¿Ayudó Moscú a ganar a
Trump? Y ¿ Ayudó el Big Data a ganar el Brexit?
Internet es una red adictiva que
atrapa al individuo. Recuerdo que, cuando se comenzaron a introducir las
Tablets en los colegios, los alumnos las acogieron con una inusitada alegría.
Luego, el móvil, ha completado la adicción y no es raro ver a un grupo de
amigos sentados en una parque (por ejemplo), cara a cara, pero comunicándose a
través del móvil.
La aparición de Facebok y del Wasap entre
otras aplicaciones no menos efectivas y adictivas ha hecho que los conceptos básicos
de VERDAD o de MENTIRA, en sintonía con el pensamiento de San Agustín: “Mentir
es decir lo contrario de lo que se piensa con intención de engañar”, entren en
franca decadencia.
Por tales razones han aparecido
nuevos conceptos como el de POSVERDAD y por ello es preciso estar advertidos
para que, entre otras cosas no nos ganen las elecciones como a EEUU y dirijan nuestros
destinos desde otros ámbitos que no sean los propios.
En España no hemos estado ajenos a montajes
de este tipo y así en el tema catalán la POSVERDAD ha sido patente: ESPAÑA NOS
ROBA/ ESPANYA ENS ROBA. Mucha gente se queda con la frase por cuestiones
emocionales, de sentimiento patrio y desprecia, el mecanismo clásico de
analizar el problema para ver si es verdad que les robamos o no. Así, mejor que
analizar las balanzas fiscales, los tributos que pagan los ciudadanos de cada
punto de España, la obligada solidaridad de unos territorios con otros, etc.,
etc. Se simplifica el asunto y se asume sin más que hay un enemigo (España) que
nos “chupa la sangre”. Así, la posverdad, queda en ese espacio abierto y nuevo
entre la verdad y la mentira.
Como diría Nietzsche: SAN AGUSTÍN A
MUERTO. ¡Estad atentos!
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