Cella, 14/03/2018
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LA CIENCIA Y LA FUENTE DE CELLA
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Hoy se ha tenido noticia de la muerte del astrofísico, Stephen Hawking. Los más
importantes medios de comunicación se hacen eco de la noticia. Pero, ¿qué tienen que ver Cella y su fuente
con este astrofísico? Pues, en apariencia nada, si exceptuamos que Cella tuvo
en el astrónomo Francisco M. Zarzoso (1556) uno de los científicos más importantes de Europa en la
materia (Ángel Aguirre Álvarez, IET, 1960). Luego, LA CIENCIA, esa disciplina del saber y del conocimiento que
tantas veces nos ha hecho “la Pascua” se ha empeñado en descubrirnos
(destriparnos) los misterios de la fuente de Cella. Así es, la ciencia ha roto
a su paso, mitos, leyendas, creencias y como en la “Historia interminable” ha ido
dejando la faz de la tierra en el más puro barbecho.
Se cumplen ahora 126 años de que
Joaquín García y Hernández nos hablara, en su poema dedicado a la Fuente de Cella, de surcos profundos, de abismos
insondables, de corrientes subterránea y de centros irreductibles. El misterio
de que en la fuente de Cella manara tal cantidad de agua se daba a la
especulación y a los más atrevidos pronósticos y aventurados aciertos. Hoy, la
ciencia, ha roto la poesía, porque el hombre tiene la necesidad de saber con
certeza la naturaleza de las cosas. El hombre (dicen en Cella) es por naturaleza, ALCAGÜETE.
Para llegar a tal alcahuetería ha
creado la hidrogeología y la piezometría. Trata la ciencia de fastidiarnos,
porque, por mucho conocimiento que tengamos de estas cosas, si no llueve, no
hay agua y, en no habiendo agua (¡rediós!), no hay fuente. Sin embargo ahí
andamos. Unos haciendo los estudios y, otros, empeñados en asegurar que, como
ir a ver la fuente, no hay ningún espectáculo es esta tierra que cause tanta
maravilla.
A pesar de lo dicho, dejamos en la
siguiente dirección el estudio realizado que será, seguro, de mucho provecho
para el que quiera un conocimiento completo de este POZO ARTESIANO, dicen que
uno de los mayores de Europa.
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“Si largo tiempo sin llover parece,
Escondiendo mis ríos aquí dentro
Del hondo abismo en el profundo
centro;
Más luego que la nieve Dios envía
Otra vez mi raudal, rico, fecundo,
Despliego con murmullos de alegría,”
Joaquín Gracia y Hernández,
20 de enero del año 1892
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