LAS BICICLETAS
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Por razones medioambientales, por el
ejercicio físico saludable y por otras mil razones, las bicicletas son “las
consentidas” a la hora de circular por la ciudad. También se sospecha, y no sin
razón, que este “favorecer” el uso de la bicicleta tiene su origen en el
beneficio económico, inconfesable, que producen.
Por todo ello, las políticas
municipales tienden a no regular este sector de la circulación rodada. Puesto
que la bicicleta es un vehículo, debería tener bien delimitadas sus características,
sus espacios circulatorios, su identificación y, también, las responsabilidades
civiles de quienes las conducen.
Al igual que en el caso de un ciclomotor debemos señalar:
Primero.- Los espacios por los que puede circular y las
sanciones por el incumplimiento de las normas de tráfico.
Segundo.- la identificación del vehículo
mediante una matrícula.
Tercero.- El disponer de una seguro
de accidentes, al menos, a terceros.
Cuarto.- Un impuesto de circulación
como el resto de vehículos.
Hasta el momento y debido a esta
permisibilidad calculada, las bicicletas se han hecho las dueñas de todos los
espacios públicos y uno, no sabe, por dónde le puede salir una.
Puedes encontrar bicicletas
circulando por: pasajes comerciales, aceras, pasos de cebra, parques, zonas
peatonales, calzadas e incluso, por el carril bici.
Hay ya mucha gente preocupada por la
falta de normativa y por los accidentes que se producen sin que uno no pueda
reclamar nada a nadie. Tras el atropello, el ciclista se da a la fuga sabiendo
que nadie puede decirle nada. Hay una calculada falta de normativa y, también,
de procedimiento sancionador por parte de los ayuntamientos.
Es preciso poner coto a este desmán
que produce inseguridad y mucho estrés en el peatón que, acorralado, no
disfruta ya de ningún espacio por donde caminar, ni tranquilo, ni seguro.
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