LA DESPOBLACIÓN
*
La despoblación es una excusa para
pedir reducción de impuestos o ayudas. Es decir, ayudas o reducción de
impuestos, más claro no se puede decir. Ahora bien, si analizamos con seriedad
y rigor el por qué los pueblos se han desertizado (poblacionalmente) quizás encontremos la manera
de revertir el proceso. Un proceso que si ha de llegar será dentro de mucho
tiempo y para el que deberán pasar algunas generaciones.
Para que los pueblos se hayan quedado
vacíos se han producido una serie de hechos concatenados que todos conocemos.
Caciquismo, restricción a la instalación de empresas con mil trabas e
inconvenientes, falta de comunicaciones (las carreteras traen las guerras), la
presión social, la crítica social fundada en una moral rancia y reaccionaria.
De todo hemos padecido. Salir del pueblo era una liberación. A los maestros nos
cobraba el Ayuntamiento el alquiler de la casa (que construyó el Ministerio)
porque ganábamos mucho. Mientras que, a los médicos, se les daba gratis. A
principios de los años setenta no nos dejaban salir del pueblo los fines de
semana y eso sucedió hasta que se aprobó la Constitución. Había una
fiscalización inquisitorial… qué comprabas, qué vestías, a dónde ibas, de dónde
venías…
No hubo empresas ergo, no hubo
trabajo. El campo se mecanizó y no se necesitó mano de obra. Los pueblos
empezaron a quedarse vacíos. Los pocos propietarios que se quedaron con todas
las tierras se fueron a vivir a la ciudad gracias al monocultivo del cereal y a
esas carretas que ellos mimos negaban a los demás.
Todo eso, unido a la política de
natalidad que se ha seguido en España, anticonceptivos, píldora del día
después, aborto libre (a la carta), ha hecho que no tengamos “tasa de
reposición”. Tal es así, a tan bochornosos grado de egoísmo hemos llegado que, hace unos días, se anunciaba
en el Diario la petición del reagrupamiento familiar de un emigrante africano para que el niño
viniera al pueblo y tener alumnado para mantener la escuela. ¡Tremendo! Se empezó "espachando" al maestro y ahora se buscan niños en África....
Paradógicamente, ahora, en estos momentos, es cuando
se vive bien en los pueblos y nadie se te mete “en la cocina” a levantarte la
tapa del cocido. Hemos pasado quince días en el pueblo. Tras este invierno, la
población ha pasado de cien habitantes a poco más de ochenta y, cada año,
mueren menos (la causa es clara, cada vez hay menos gente). Lo peor ha pasado. Un pueblo debe tener aquellos habitantes que
pueda mantener y que dejen vivir al resto.
También suele suceder que, cuando
muere un matrimonio y la casa queda vacía, al poco tiempo, ésta es asaltada y
robada. Por eso el que tiene una casa en el pueblo para pasar el verano, allí
lleva los peores electrodomésticos y los peores muebles. Aquí no valen las
alarmas pues, al anochecer, se bajan las persianas, se cierran las puertas por
dentro con llaves y cerrojos y el pueblo queda a merced del que quiera campar a
sus anchas. Tal es así que la oficina de Ibercaja (sin cajero y sin dinero, ¡claro!)
deja las luces del interior encendidas toda la noche como señalando: AQUÍ NO
HAY NADA QUE ROBAR.
El que sepa revertir esta situación
que muestre un plan coherente, porque estamos cansados de pedigüeños que dicen que
deberían cobrar por vivir en un pueblo. Lo cierto es que ellos ( la mayoría) no
viven. A la mayoría de alcaldes de Aragón les vendría mejor hacer los plenos en
Huesca, Teruel o Zaragoza, por ser sus lugares de residencia habitual.
Así que, a predicar con el ejemplo.
Así que, a predicar con el ejemplo.
***
**
*
**
*