Hermandad de
Nuestra Señora de la Villa Vieja y de la Sangre de Cristo
Historia de la
Hermandad
La primera
mención documental que hace referencia a la cofradía de Nuestra Señora de la
Villa Vieja y de la Sangre de Cristo de Teruel es del año 1312, cuando en las
cortes celebradas un año antes en Daroca, se decreta la disolución de todas las
confratrie omnium ministerialium et operarium del reino de Aragón. En esa
nómina aparece la cofradía de Santa María de la Villavieja que, por cierto, es
la única de todas ellas que ha sobrevivido a lo largo del tiempo. No obstante,
aunque la primera mención corresponda a ese año, debemos
retrasar la fundación de esta cofradía unos cuantos años atrás. Tantos como
tienen las primeras noticias a propósito de la ermita de Santa María de la
Villa Vieja y que se remontan a la segunda mitad del siglo XIII, concretamente
a 1264, cuando Don Justo de Aguilar, racionero de la iglesia de Santa María de
Teruel, otorga testamento y, entre otras disposiciones, ordena que parte de sus
bienes vayan a la obra de la citada ermita.
Por otro lado, aunque solamente se trata
de una hipótesis, quizás habría que retrasar el origen de la cofradía a los
tiempos fundacionales de la propia villa de Teruel, habida cuenta de la
sugerente posibilidad –sin confirmación documental ni arqueológica, por otro
lado- de situar en las inmediaciones del lugar conocido como la Villa Vieja la
primitiva ubicación del Teruel cristiano y de una posible cristianización del
lugar mediante la construcción de una ermita en honor de la Virgen y la
creación de una cofradía que la regentase.
Las referencias
documentales se suceden a partir de principios del siglo XIV, de manera que
volvemos a encontrar nominada a la cofradía en 1317, 1356 y 1363 en relación
con mandas testamentarias similares a la anterior; también en el año de la
judicatura de Mateo Sánchez de Cutanda (1383-1384) a propósito del asesinato de Francisco de Galve al que sacaron los confrades de Santa Maria
de la Villa Vieja et traxeronlo a soterrar [a Teruel]. Más adelante, en 1395,
gracias a otra lexa testamentaria sabemos que, anejo a la ermita, existía un
hospital regentado por los cofrades de la compañía de la Villa Vieja. Ya en el
año 1500 se obtiene del rey Fernando el Católico, a través de una Real Cédula,
el privilegio de prestar asistencia a los reos ajusticiados puestos en capilla,
practicar la caridad recogiendo sus cadáveres y darles sepultura. Por estas
fechas tuvo lugar un hito fundamental en la historia de la cofradía: la puesta
por escrito de sus Ordinaciones (1475-1496) que constituyeron la primera regla
escrita por la que se organizó y rigió la cofradía desde el siglo XV. De hecho,
las sucesivas normativas de la cofradía adaptarán muchos de los supuestos que
recogen las Ordinaciones medievales.
Por supuesto, las referencias documentales
aumentan en número en los siglos sucesivos y así, entre 1544 y 1548, el
Arzobispo de Zaragoza, Don Hernando de Aragón, instaura la cofradía en el
convento de la Trinidad. Más tarde, en 1615, los Trinitarios solicitan al
Municipio, por iniciativa de la cofradía de la Villa Vieja, poder salir en
procesión por las calles y plazas de la ciudad. Ya en 1634, la cofradía se verá
agraciada por la bula del Papa Urbano VIII, gracias a la cual los cofrades
disfrutarán de indulgencia plenaria el día de su ingreso en la cofradía, el día
de su fallecimiento y el día de la Fiesta de la Purificación de la Virgen
visitando la ermita, confesando y comulgando.
Ya a mediados del siglo XVIII se documenta la
tradición de la fiesta de los Rollos que se celebraba el primer domingo de
mayo, fiesta que, con toda probabilidad resulta ser la precursora de la actual
y populosa fiesta del Sermón de las Tortillas, fiesta local de la ciudad de
Teruel que se celebra el Martes de Pascua. También en este siglo se documentan
hechos muy importantes en la historia de la cofradía. Uno de esos hechos tiene
lugar en 1727. Se trata de la cesión, por parte de la cofradía, de la ermita de
la Villa Vieja para edificar allí un seminario para formación del clero. A
pesar de esta cesión, la cofradía conservó el usufructo de la ermita para
celebrar allí aquellas festividades que, tradicionalmente, venía desarrollando
desde tiempo inmemorial.
El siglo XIX supone la aparición de
novedades para la cofradía ya que traslada su sede al Hospital de la Asunción
de forma que tanto la ermita y la casa de la Villa Vieja, además del seminario,
van a ser sede, consecutivamente, de varias congregaciones religiosas. En
primer lugar, los Capuchinos que estuvieron hasta 1835 debido a las leyes
desamortizadoras.
Más tarde, los que
ocuparon estos edificios fueron los Padres Paúles quienes firmaron, en 1867, un
convenio con la cofradía de la Villa Vieja. Otra de las propiedades de la
cofradía, la ermita de San Bernardo, sita en la calle del mismo nombre (actual
de los Amantes), va a ser ocupada en 1819, previa cesión por parte de la
cofradía, por los Trinitarios Calzados con el objeto de que pudieran disponer
de un lugar adecuado donde poder desarrollar sus celebraciones litúrgicas y
propias de la orden ya que su convento había sido destruido como consecuencia
de la guerra contra los franceses. Así pues, es un traspaso que se limita a
conceder un uso religioso, sin que suponga una pérdida de la propiedad y
derechos de la cofradía sobre el edificio. Además, la cofradía conservará el
patronato del que disfruta sobre la ermita para poder, de esta forma, llevar a
cabo allí todas sus celebraciones religiosas. La cofradía de la Villa Vieja y
la Sangre de Cristo debió mantener la propiedad de la ermita de San Bernardo
hasta el 13 de febrero de 1866, momento en el que se produjo su venta en
subasta pública, siguiendo los dictados de las leyes desamortizadoras. A partir
de esta venta desconocemos que sucedió con la ermita, aunque con toda seguridad
sucumbió a la piqueta después de caer en manos privadas, dado que hoy,
lamentablemente, no podemos admirarla.
En 1862 el gobernador de la provincia acepta y
aprueba los Estatutos de la cofradía y más tarde, en 1899, se redactan unos
nuevos en los que por primera vez la cofradía de la Villa Vieja recibe el
apelativo de la Sangre de Cristo. Por otro lado, también tenemos constancia
documental de la participación, en 1891 y 1900, en las procesiones generales de
Jueves y Viernes Santo, recorriendo las calles del centro urbano turolense. En
la primera festividad detrás del Cristo, propiedad de la cofradía, y el
segundo, Viernes Santo, a continuación del Santo Sepulcro. Tras la Guerra Civil la cofradía procede
a su reorganización –nunca llegó a desaparecer en el período de 1936-1939- y a
su progresivo afianzamiento tanto económico como de recuperación del ritmo normal
de todas sus actividades. En esos años hay que señalar la redacción del
Reglamento de 1950 que adaptaba muchos de los capítulos y artículos de las
Ordinaciones y de los Estatutos. A partir de la década de 1990 la cofradía
recibe un nuevo impulso y diversifica todavía más sus actividades con la
recuperación de algunas tradiciones como la procesión de la Virgen de la
Asunción –patrona principal de la cofradía- del 15 de Agosto, la celebración de
otras nuevas como la de procesionar la imagen de la Virgen de los Dolores en
Semana Santa y la puesta al día de sus normas con la redacción de un nuevo
Estatuto el año 2000Señora de la Villa Vieja
La cofradía
cuenta con tres imágenes: la Virgen de la Asunción –más conocida como Virgen de
la Cama-, probablemente del siglo XVIII; el Ecce Homo, realizado el año 1900 y
la Virgen de los Dolores, también del siglo XVIII. Las dos primeras se ubican
en la parroquia de San Andrés, la Dolorosa en la del Salvador. Las tres
imágenes se portan en peanas, entre las que destaca la del Ecce Homo, realizada
en 1991 en madera y pan de oro, portada por 50 peaneros. La de la Dolorosa
también es portada por 45 peaneras y está realizada, entre otros materiales, en
forja, en memoria de una de las actividades artesanales con más arraigo en
Teruel.
Además de
procesionar al Ecce-Homo y a la Dolorosa el Lunes, Jueves y Viernes Santo, la
cofradía realiza otras actividades. Entre ellas destacan la celebración de la
Junta General Ordinaria, de una misa en recuerdo de los difuntos de la
cofradía, de diversos actos culturales en Semana Santa, de otros relacionados
con la banda de cornetas y tambores –como la retreta final del Sábado Santo-,
la conmemoración del Viernes de Dolores y la procesión de la Virgen de la
Asunción.
El número de cofrades es de
aproximadamente 350, repartidos en diversas secciones: peaneros, peaneras,
velas, banda de cornetas y tambores, estandarte, etc. La Junta de cargos está
compuesta por un presidente, un vicepresidente, secretario, tesorero, vocales y
la camarera mayor. Las funciones del presidente, vicepresidente, secretario y
tesorero son claras y evidentes. En cuanto a los vocales, que nunca deben ser
inferiores a seis, se reparten diversas tareas específicas como indica su
denominación, como por ejemplo, el vocal de la peana del Ecce Homo, vocal de mantenimiento,
de velas, de organización en las procesiones, de la Virgen de la Asunción, de
la Dolorosa, archivero, etc. En cuanto a la camarera mayor, se encarga, junto
con otros cofrades, de acondicionar los vestidos y ornamentación de los pasos y
peanas.
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