EL MURCIÉLAGO SOBRE LA CORONA
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En el año 1837 tiene lugar la
abolición definitiva del régimen señorial, pero, la confusa distinción entre señorío
solariego y jurisdiccional hizo en la práctica que la nobleza conservara todos
sus bienes. No sucedió lo mismo con el
señorío eclesiástico sobre el que se practicaron varias desamortizaciones (la
más famosa fue la de Mendizábal). Sin embargo, todo empezó con la Constitución
de Cádiz que, aunque penosamente, fue desarrollándose durante los años 1811 y
particularmente le Trienio Liberal (1820-23).
La supresión del régimen feudal, ya
en el siglo XIX, nos da una idea de la lentitud e inoperancia de los movimientos
sociales, al menos hasta esta época.
Sin embargo, el pueblo llano,
mayoritariamente campesinos, reaccionó con euforia a la abolición del régimen
feudal y muchos símbolos (escudos, estandartes, etc.) fueron arrasados por este pueblo, ahora libre, como expresión de haberse sacudido el yugo feudal.
Por esta razón, por ser símbolos
reales o de nobleza (civil o religiosa), el común de las gentes no ha sentido
aprecio ni deseos de conocer esta disciplina de la historia conocida como Heráldica.
Solamente, con la incorporación
masiva de escudos y banderas a los concejos, el pueblo, empieza a sentir
orgullo de ellos. También, en las recreaciones históricas, gusta al común de la gente de buscar el escudo de su apellido y colocárselo a manera de una supuesta
identidad histórica recuperada ( hay un negocio en ello).
Pero lo que aquí nos trae hoy es el “famoso”
murciélago incorporado al blasón de la ciudad de Teruel y que la leyenda dice
que tiene su origen en el rey Jaime I y la conquista de Valencia. Sobre el
lugar en el que hay que colocar dicho animal hay discrepancias y, los
heraldistas señalan sin ninguna duda, que debe ir sobre el timbre o corona, de
la misma forma en que está situado el murciélago en el escudo de la ciudad de
Valencia.
El símbolo heráldico más antiguo de
Teruel que se conserva en sello de cera,
se refiere a un toro y una estrella. Posteriormente el rey Pedro IV el
Ceremonioso le concedió el titulo de ciudad, pero no se habla de que se le otorgaran
las barras de Aragón. En el siglo XVII todavía perviven exclusivamente toro y
estrella.
Seguramente fue con la proclamación
de Isabel II como reina de España y el papel que jugó Teruel (Ramón María Narváez contra el carlista Ena), cuando se completó
el esquema actual del escudo municipal. Realizándose dos escudos: uno ordinario
y otro de gala.
El escudo ordinario no lleva murciélago,
sin embargo, en el de gala, ya sea por distracción o por buscar un sitio más
adecuado, se colocó el murciélago debajo de la corona.
El murciélago, señalan algunos heraldistas,
es una evolución del dragón alado con que Pedro IV el Ceremonioso hizo rematar
el aro coronario de su realeza.
El murciélago en el escudo de la ciudad de Valencia.
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El dragón alado en el escudo de la Diputación General de Valencia.
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El murciélago sobre la corona en la Escalinata de Teruel.
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Murciélago
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Orbe y cruz sobre corona
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