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lunes, 26 de febrero de 2018

Febrero2018/Miscelánea. DIFERENTES POSTURAS EN LA CORONA DE ARAGÓN EN TIEMPOS DE UN AUSTRIA (FELIPE IV)


Corpus de Sangre de M. Miralles (1910)
La revuelta estalla el día, 7 de junio de 1640 en Barcelona. Entre otros muere el conde de Santa Coloma Virrey de Cataluña. Obviamos todo lo relativo a esta guerra por ser muy conocido.
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Himno compuesto por Emili Guanyaents en 1899
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QUÉ PASABA EN TERUEL EN 1640
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Todo comienza en Teruel cuando Raimundo de Castrocol logra para el Capítulo General Eclesiástico de la villa, el cobro del diezmo que se repartirá en cuatro partes: Una para Santa María de la Media Villa (propiedad del obispo de Zaragoza), otra para el culto, otra para raciones (de ahí racioneros) y otra, cuarta, para los pobres. Este grupo de poder eclesiástico, ligado estrechamente a la sociedad civil representada por el Juez y el Fuero de Teruel, formaron una masa crítica defensora a ultranza de sus privilegios. Hoy se interpreta esa resistencia al cambio y a la modernidad como signo progresista y se le otorga, al Juez Villanueva (en pleno siglo XXI) una calle. Por contra, se ignora, minusvalora o menosprecia la lealtad de otras actuaciones (aunque sea en otro tiempo histórico) más coherentes con el momento político que les tocó vivir (La Unión de Armas), como fuera la de Fray Juan Cebrián Pedro (natural de Perales).
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La necesidad de constituir una población con abundantes recursos humanos y materiales con los que acudir a la conquista de Valencia hizo que Alfonso II de Aragón dotara a Teruel con un potente FUERO y al Clero turolense con un poderoso CAPÍTULO eclesiástico. Si al principio esta dualidad funcionó bien para la monarquía aragonesa pronto, los reyes de Aragón, vieron la necesidad de cambiar las cosas. Ya en las Cortes de Teruel Alfonso V el Magnánimo mata al altanero Juez Villanueva. De la misma guisa cuando Fernando el Católico introduce el Tribunal la Santa Inquisición en nuestra ciudad sólo encuentra por aliados a los Marcilla. Tras la implantación del alto Tribunal de la Santa Inquisición, éste tiene que torturar hasta algún clérigo. Señal, ésta, de la estrecha alianza de intereses entre el poder civil y el eclesiástico. No en vano los racioneros los son: por ser hijos de la ciudad (de teruelanos padres). Los emisarios que periódicamente envía el obispo de Zaragoza a nuestra ciudad certifican el enriquecimiento personal del clero turolense, más allá de lo prudente. Por todo ello Juan II, primero, y Pedro IV, después, pedirán a la Santa Sede la creación de una Seo o Sede Episcopal. Será con Felipe I de Aragón cuando se acabe con ambas instituciones (Fuero y Capítulo). Los racioneros “mueren” más lentamente y algunos individuos incluso llegarían hasta el siglo XX, aunque sólo fuera nominalmente. Los reyes vieron la dificultad de gobernar un territorio lleno de vallas, zanjas, cortijos, excepciones, personalismos…  y, aunque Fernando II el Católico hizo un profundo trabajo cercenando muchos señoríos, algunos  de ellos cuasi con poder regio (Galicia: Pedro Pardo de Cela Rodríguez de Aguiar y Ribadeneira fue un señor feudal (El Mariscal) decapitado en Mondoñedo en 1483 por orden de los Reyes Católicos. Partidario de la Princesa Juana la Beltraneja, al morir el padre de esta princesa, Enrique IV de Castilla, se enfrentó a la política de los nuevos reyes de Castilla, Isabel I de Castilla y su marido, Fernando II de Aragón.), sin embargo, la cosa no estuvo ni está resuelta hasta el día de la fecha, al menos en el capítulo de las LEALTADES (véase el actual chantaje al Estado de Cataluña y las Provincias Vascas).
TERUEL Y LA UNIÓN DE ARMAS
Cuando se produce en España el capítulo de nuestra historia titulado LA UNIÓN DE ARMAS, saltan los resortes y los catalanes, por ejemplo, dicen que ellos no colaboran en los gastos de la Corona. Sin embargo en Teruel, donde ya se había acabado con el FUERO y con el poder de los RACIONEROS las cosas suceden de forma totalmente distintas. Fray Juan Cebrián Pedro, a la sazón obispo de Teruel, es ejemplo de cuanto decimos. El obispo se pone a disposición de la política del monarca. El Clero, con las novenas, las procesiones y las prédicas en púlpitos o predicaderas, hace un trabajo de propaganda impagable. Por otra parte, el Clero turolense contribuye a los gastos de la guerra con el tercio de la carga y reclama su deseo de participar cuando se le excluye. Visto el trabajo impecable del obispo de Perales y su neta contribución a la política estatal es nombrado Arzobispo de Zaragoza y Virrey de Aragón. Cebrián es ejemplo de político leal al Estado (representado en este momento histórico en el rey). En esta época el obispo de Teruel tenía una ascendencia sobre la población superior a la de los poderes civiles. Muchas veces, el prelado, con insinuar una cosa ya era hecha. Cierto que tuvo “problemas” internos con el cabildo, pero eso al rey le importaba poco.
Repasar este periodo tan poco aireado de la historia de Teruel puede ser ilustrativo a la vez que formativo. Sin embargo, esta simbiosis entre TRONO Y ALTAR habría de dar muchos problemas en el siglo XIX con la aparición del liberalismo económico. Todo lo dicho se comprenderá mejor leyendo a Juan José Polo Rubio:
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"AYUDA ECONÓMICA PARA LAS CAUSAS REGIAS
Tan pronto como Fray Juan Cebrián regresó de las Cortes celebradas en Zaragoza a Teruel, en el mes de junio de 1642 propuso al cabildo catedralicio que sería necesario celebrar sínodo (sic) «para ver cómo la ciudad y los pueblos podían ayudar a la nación en la cuestión de las levas de soldados, para defender la nación contra la invasión de los franceses». El obispo les sugirió también que programasen algunos actos litúrgicos para pedir a Dios por el éxito de las armas españolas, dado que los franceses se habían apoderado «de muchos lugares».
El cabildo catedralicio tomó buena nota de las propuestas episcopales, nombró cuatro capitulares para estudiar el asunto —el deán Pedro Martínez Rubio, el tesorero Pedro Lázaro López y los canónigos Juan Pasamonte y Lorenzo Dimas Carnicer— y retrasó unos días la celebración de los actos culturales, puesto que estaba ocupado en la celebración del Corpus Christi y su octava.
 Con fecha 3 de julio el cabildo acordó hacer un novenario de misas pidiendo por esa intención, que daría comienzo el 6 de julio. Durante la misa se recitarían también las letanías de los Santos «semitonadas, como se acostumbra en tiempo de guerra». Convendría que la noticia se divulgase desde «los púlpitos, para que el pueblo asistiese estos nueve días».
Una vez acabada la novena de misas, se vio conveniente continuar con dichas rogativas y, al mismo tiempo, «se dio aviso a todas las iglesias y Órdenes para que asistieran a una procesión general que el señor obispo y cabildo habían convenido que se hiciera». La procesión pasaría junto al Hospital y la iglesia de San Pedro.
Además de la oración que consideraban muy necesaria, en el mes de agosto los munícipes y autoridades comenzaron a estudiar medidas concretas de tipo económico y de levas de soldados. El cabildo designó al deán Martínez Rubio y al canónigo Juan de Asín para tratar el tema.
La ciudad de Teruel debía colaborar a la Unión de Armas con 2.567 libras y 8 dineros. La tercera parte (855 libras y 26 dineros) sería abonada por los eclesiásticos de la ciudad, a modo de «donativo gracioso». Los capitulares comunicaron este acuerdo al obispo y al cabildo. El obispo Cebrián, aceptando la propuesta, prefería que el dinero que se debía aportar fuese entregado en calidad de sisa o impuesto y no como «donativo gracioso». Y así se comunicó a los síndicos y jurados de la ciudad." (Juan José Polo Rubio).
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Letra Original de Els Segadors en castellano:

¡Cataluña, condado grande,
quién te ha visto tan rica y llena!
Ahora el rey Nuestro Señor
declarada nos tiene la guerra.

¡Segad a ras!
Segad a ras,
que la paja va cara!
¡Segad a ras!

El gran conde de Olivares
siempre le susurra a la oreja:
-Ahora es hora, nuestro rey,
ahora es hora que hagamos guerra.-

Contra todos los catalanes,
ya veis cuál han hecho:
siguieron villas y lugares
hasta el lugar de Río de Arenas;

han quemado un sagrado lugar,
que Santa Paloma se llamaba;
queman albas y casullas,
y caporales y patenas,
y el Santísimo Sacramento,
alabado sea por siempre.

Mataron un sacerdote,
mientras la misa decía;
mataron un caballero,
en la puerta de la iglesia,
Don Luis de Furrià,
y los ángeles le hacen gran fiesta.

El pan que no era blanco
decían que era demasiado negro:
lo daban a los caballos
sólo por asolar la tierra.

Del vino que no era bueno,
abrían los grifos,
lo echaban por las calles
sólo para regar la tierra.

En presencia de sus padres
deshonraban las doncellas.
Dan parte al Virrey,
del mal que aquellos soldados hacían:
-Licencia les he dado yo,
mucha más se pueden tomar.-

Sintiendo respuesta parecida,
enarbolan la bandera;
en la plaza de San Jaime,
fueron las dependencias.

A vista de todo esto
es alborotada la tierra:
empiezan a quitar gente
y enarbolar las banderas.

Entraron en Barcelona
mil personas forasteras;
entran como segadores,
cómo éramos en tiempo de siega.

De tres guardias que hay,
ya han matado a la primera;
mataron al Virrey,
en el entrante de la galera;
mataron a los diputados
y los jueces de la Audiencia.

Estad alerta, catalanes;
catalanes, estad alerta:
mirad que así os lo harán,
cuando estén en vuestras tierras.

Fueron a la prisión:
dan libertad a los presos.
El obispo los bendijo
Con la mano derecha y la izquierda:

-¿Dónde está vuestro capitán?
¿Dónde está vuestra bandera?-

Sacaron al buen Jesús
del todo cubierto con un velo negro:

-Aquí está nuestro capitán,

esta es nuestra bandera.-
A las armas catalanes,
¡Que nos ha declarado la guerra!

¡Segad a ras!
Segad a ras,
¡Que la paja va cara!
¡Segad a ras!
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