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ELECCIONES EN CATALUÑA
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A estas alturas de la noche del 25 de noviembre de 2012, las personas interesadas por el tema, ya conocen los resultados electorales. En términos globales, el resultado es el esperado dada la trayectoria de esta región española: es decir, cuando las perspectivas son malas el nacionalismo se radicaliza. Esto, en términos absolutos es malo para España y también, para la Unión Europea. Desde hace ya tiempo, se está trabajando en la formación de un cuerpo político europeo capaz de dar réplica a las grandes economías mundiales que están en alza: China, India, Japón, EEUU e Iberoamérica. Europa se está constituyendo o debe constituirse sobre la base de grandes estados soberanos, fuertes y cohesionados, con el fin de que la base de su estructura política sea operativa, la toma de decisiones ágil y no sometida a pequeños territorios amarrados a sus localismos. Cataluña, que tiene una larga tradición en este último sentido, es decir, en la prevalencia de lo local sobre lo general al no haber sino nunca Estado, plantea siempre las cuestiones de esta manera: mi problema es el problema universal. Cataluña acudió siempre a Madrid a pedir: privilegios, monopolios, exenciones, industrias, etc., etc. Ahora cree que puede hacer lo mismo con Europa y se equivoca, menos todavía a nivel planetario. A nadie se le oculta que una negociación bilateral Europa-China es más efectiva que España-China. Pero, cuando ya se roza el nivel de lo ridículo es cuando Cataluña plantea una negociación con China. Todas las cabezas pensantes, a nivel europeo, tratan de acomodar los modelos territoriales (dentro de Europa) en relación a las grandes estructuras que nacen a escala mundial en los tiempos modernos. Da la impresión de que no nos estamos enterando de nada y que caminamos ciegos de la mano de nuestros ancestros y fantasmas históricos (vuelta a los microsestados o taifas). Por eso, cada vez que se hacen elecciones en Cataluña y se repiten los resultados de forma tan matemática, es cuando comprobamos que Cataluña se aparta de la modernidad y deja de ser un referente. Por ello es bueno apartarse del modelo Catalán y del Vasco, porque son políticas que nos retrotraen al siglo XIX y primera mitad del XX. No va por ahí el futuro y sus economías (Cataluña y Provincias Vascas, otrora pujantes), ya lo sienten y se resienten.