LA CUESTA DE LOS GITANOS
Teruel, instalada desde los tiempos más remotos en
una Muela de la margen izquierda del río Turia, estuvo bien protegida. Para su
mejor defensa construyó murallas y para resistir grandes asedios, Pedro IV el
Ceremonioso, escavó tres aljibes en la Plaza del Torico donde guardar el agua. Bajar y subir a la Muela siempre supuso un buen esfuerzo.
Durante los primeros tiempos de su población se siguió el modelo jaques, este
modelo defensivo y autosuficiente hizo
que los habitantes tuvieran los huertos y los ganados en el interior de la villa.
Con el desarrollo de la vega, el bajar hasta el río y subir a la ciudad, eran
tareas cotidianas y cansadas. Para mantener el nivel de los aljibes, cada día,
un vecino, trabajaba a zofra, vecinal o concejo. Con un animal de carga se
encargaba de rellenar los aljibes. La traída de agua de la Peña el Macho en el
siglo XVI se recibió con todo el Capítulo General Eclesiástico en procesión
general.
Seguimos en las mismas, subir y bajar a la huerta
representa un gran esfuerzo: Ahí están las escalinatas de Torán, los ascensores
(4, dos en el Óvalo y dos en la Ronda), la calle de San
Francisco, la cuesta de la Andaquilla, la cuesta de la Jardinera, la cuesta de
la Mona, etc. En el Ensanche (Cofiero, Cuesta de los Gitanos, Cuesta de la
Enriqueta y Carrajete) y en la carretera de Alcañíz tenemos el mismo problema con la subida
de Capuchinos.
La Cuesta de los Gitanos resolvería una parte
importante del tráfico que llega a la plaza de la Constitución. Si se ponen medidores
para calcular el flujo de tráfico, se verá, como éste, está aumentando
considerablemente. De la misma manera se apreciará el problema que representa
el puente que hay para cruzar por debajo el ferrocarril, un verdadero cuello de
botella. Hay personas que bajan con el cochecito y los niños sin que haya
aceras. En época de crisis es el momento de hacer estas pequeñas obras que,
además, son muy agradecidas por los vecinos.
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