EL HOGAR
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Nuestros más antiguos antepasados, los celtíberos, adoraban a dioses como Lug, Dagda o Belenos. Bel/Belenos guardaba el fuego del hogar durante todo el invierno. Nuestra civilización es pues, una apuesta y lucha contra la muerte. Tras la muerte física, existe el más allá (Dagda es la diosa de la inmortalidad representada en una caldera) y en la vida terrestre el fuego significa la vida. No es extraño que en nuestra Historia Media, se contaran los habitantes de una aldea por fuegos. Allí donde hay una casa con fuego encendido hay vida. El fuego del hogar se hacía en una sala donde además se cocinaban los alimentos. El hogar ocupaba casi la mitad de la estancia. Primero había una gran campana o rehalda. Debajo de ella se disponía el fogaril y en su entorno las cadieras. La salida de humos, amplia para contener los cremallos y adobar el somarro, se alzaba hasta el tejado donde se remataba con un tejadillo, la chimenea propiamente dicha.
En nuestra cultura aragonesa tradicional dos son los pilares básicos: el ganado (Casa de Ganaderos de Zaragoza) y el hogar. Por eso, hasta allí, hasta donde ha llegado algún elemento de la cultura aragonesa han llegado palabras que permanecen y lo atestiguan. Posiblemente la palabra “chaminera” sea la que más se ha extendido territorialmente. Tengo unos amigos de Almería que reconocen esta palabra como propia, al principio quede extrañado y tuve que repetirla varias veces creyendo que era un error de comunicación, ellos insistieron en que la palabra era bien conocida en estas lejanas tierras.
En esta casa de Concud tenemos una chimenea que bien podría pasar por ser de norte de peninsular y en la segunda fotografía, en el mismo tejado, vemos como las chimeneas van perdiendo importancia. Ahora las chimeneas son básicamente de ventilación y el centro del hogar me atrevería a decir que es el microondas. Todo cambia y podemos perder la perspectiva de las cosas. Bienvenido sea el iPhone, pero no olvidemos nuestras raíces porque si es así estamos perdidos (desorientados).