Con unos juncos y dos hilos hemos construido un barquito. Un juguete que no cuesta ningún dinero y que es además, por ser una sencilla manualidad, educativo. Luego, lo hemos puesto a navegar y le hemos recitado el poema de Espronceda. Todavía resuenan los ecos y se baten las olas en el pilón de Encinacorba.
¡Cosas del Covid19!
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Navega, velero mío,
sin temor
que ni enemigo navío,
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.
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