LA INDUSTRIA EN TERUEL
La industria en Teruel durante los
siglos XIX y XX se caracterizó por su casi nula existencia y por estar ligada al
desarrollo de algunos productos del sector primario, bien porque interesaban al
Estado o bien porque los necesitaba el agricultor para su sector
(pantanos, fertilizantes, etc.). Veníamos de la lana y caminábamos a la nada. Este es el
resumen dramático de la falta de una actividad industrial que habría evitado
gran parte de la sangría migratoria que se produjo en la provincia de Teruel,
sobre todo, en el siglo XX.
La provincia de Teruel no da el paso
desde la actividad artesanal, muy rica en su tiempo, a la industrial por
variados motivos, muchos de ellos superables. Pero el principal es el
caciquismo, que por su propia naturaleza es empobrecedor. El caciquismo produce
la descapitalización de la población, la falta de comunicaciones, impide la
instalación de industrias (control de la mano de obra) y, como consecuencia de
ello favorece la emigración, que es la puntilla final a una provincia de gran
altitud media, con un ciclo agrícola corto.
La explotación minera es el exponente
máximo de la provincia. Y es, Domingo Gascón, quien vende los cotos mineros a
capital forano ante la descapitalización de la provincia. Del hierro de Ojos
Negros se hace dueño don Ramón de la Sota para venderlo al Reino Unido con
vista a la Primera Guerra mundial. Del carbón se apropia una sociedad de
Zaragoza que tras la Guerra Civil (36-39) lo vende a los catalanes (MFU). Tres
centrales térmicas se crearán en la segunda mitad del siglo XX: ALIAGA, ESCUCHA
Y ANDORRA. Las tres están ya apagadas.
De la lana y el textil apenas queda a
mediados del siglo XX Villarluengo, Calamocha y Rubielos de Mora, en la
actualidad desparecidas.
Tras la pérdida de Cuba y de su caña
de azúcar, toma protagonismo la remolacha. En la provincia de Teruel se montan
dos fábricas: La Puebla de Híjar y Santa Eulalia del Campo, ambas cerradas hace
mucho tiempo y sin alternativa dejando ambos pueblos muertos.
Durante el siglo XX se sigue con la
construcción de pantanos y la explotación maderera. En la actualidad se está
recreciendo Santolea, sin embargo, la política de pantanos ha tocado a su fin,
a tal efecto ya se pide que se desmonten algunos como los de Olba y Lechago. La
madera de la Sierra de Albarracín tuvo su punto culminante en la posguerra, el
impulso llegó hasta casi a finales del siglo XX. Pero, poblaciones como Orihuela del
Tremedal está en franco retroceso poblacional. La instalación de dos fábricas en Cella indican el potencial forestal de la provincia. Ahora fabrican muebles para IKEA.
Una de las pocas actividades que han
triunfado en la provincia ha sido la cría del cerdo (el sector porcino es el
más pujante hoy). Por el contrario el polígono “industrial” de la Paz en Teruel fue una iniciativa del
Ayuntamiento y la Cámara de Comercio local. Su objetivo, a falta de empresas
que instalar, se basaba en la creación de naves para el almacenamiento de
productos de consumo en las tiendas de Teruel.
Fruto de un pasado en permanente
declive es, ahora, una provincia totalmente despoblada y, para la cual, se
busca una solución más allá de seguir subsistiendo como estamos. ¿Cuál es el
futuro de una inmensa mayoría de pueblos con una población de entre 20 y 80
ancianos de más de 70 años.
No hay vida, más allá del mes de
veraneo. Mantener las casas y los servicios básicos es el reto de hoy día.
Tener abierto el bar del pueblo ya es una odisea.