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lunes, 18 de febrero de 2013

Febrero2013/Miscelánea. LLEGADA DE LAS TROPAS DE JUAN MARTÍNEZ DE MARCILLA A TERUEL

A LAS PUERTAS DE LA VILLA
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La noche había caído sobre las tropas cristianas entre Concud y Caudete, pero el deseo de ver a Isabel y la certeza de que ese día se cumplían los cinco años de su marcha, fue más fuerte que las advertencias de sus Consejeros de Campo: ¡Antes de las doce de la noche, entrarían en Teruel!
En la puerta de Daroca, a mitad de la empinada cuesta de la Andaquilla, la infantería hizo sonar las tubas, su sonido penetrante sirvió de espuela para que la caballería respondiera con sus camyx celtíberos. Las tropas de Marcilla llegaban, en una prolongada fila, más allá del puente del Cubo muy cerca ya de Concud. Dio el intrépido guerrero tres golpes en la puerta de los esconjuros. Dentro, se oyó la voz grave de Pero Abad: ¡Ah de la guardia!... Subió el jefe de la guarnición a lo alto de la torre que da paso, en ángulo, a la villa y demandó a los que estaban fuera: ¡¿Quién va?! La respuesta fue lacónica: ¡Un Marcilla, y paso franco! Desde lo alto de la muralla vio Pero Abad una serpiente interminable de soldadesca portando antorchas encendidas. La visión lo dejó aterrado. Cualquier oposición a Marcilla suponía arrostrar un riesgo incalculable. Aún contando con  la posición ventajosa de la ciudad amurallada, la relación de fuerzas era inequívocamente favorable a los de fuera. ¡Paso franco! Volvió a proferir impaciente el Marcilla y las puertas se le abrieron como por ensalmo. Los instrumentos de viento y de percusión comenzaron a sonar y las gentes de la villa, abandonando el lecho, salieron a las calles a ver pasar tan inusual comitiva de guerreros venidos de todas las provincias del reino y de todas las Órdenes Militares de la Corona de Aragón. En verdad Marcilla volvía rico y poderoso. Su exhibición de poder dejó paralizado a Azagra que salió a recibirle y a darle la bienvenida a la villa de sus padres. Aposentada la tropa, el joven guerrero acudió a la casa de sus padres para abrazarlos y reconfortarlos por los cinco años de separación. Las noticias que le trasmitieron, al instante, fueron un mazazo para el intrépido soldado que volvía rico a Teruel pero, tras las nuevas sobre su amada, nadando en el mar del desconsuelo.
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