Vistas de página en total

viernes, 15 de febrero de 2013

Febrero2013/Miscelánea. RONDA POR LA MURALLA

RONDA POR LA MURALLA
*
Pero Abad descendía de aquella noble y hacendada familia cuyo antepasado había copiado y, aún mejorado, el Poema del Mío Cid. Naturales de Celfa la del Canal se habían instalado junto al portal de Daroca, desde aquí, tenían buen acceso a sus huertas y parrales del Cubo, camino de Concud. Ahora, cuando sus faenas particulares le dejaban tiempo, ejercía la Jefatura de las Milicias del Concejo a las órdenes del Tenente de la Comunidad, cuando no, del Juez de la villa de Teruel. Desde el año 1169, antes que el rey Alfonso II el Casto les diera el Fuero, habían estado arrastrando piedra y combatiendo al moro a la vez. Resultado de ese esfuerzo agotador eran una corona o perímetro amurallado en el que resplandecían cuarenta (40) torres, dos extraordinarias puertas de acceso (Guadalaviar y Zaragoza) y varios portillos que daban servicio a la población para entrar y sacar con más facilidad los ganados. Aquella tarde de febrero del año 1217 habían llegado, a la puesta de sol, dos frailes de San Francisco a la villa de Teruel. Eran Juan de Perusa y Pedro de Saxoferrato, venían a instalarse entre nosotros para siempre. Habían oído hablar de la muerte de un Marcilla, pero nada sabían con total seguridad. Pocos momentos después, Isabel, que iba como una posesa de la puerta de Guadalaviar a la de Zaragoza,  topó con dos fugitivos Cátaros que decían haber estado en Muret y conocer a un Marcilla muerto en combate. Las noticias no podían ser más aterradoras y hasta el momento en que Pero Abad cerró las puertas de la ciudad, Isabel, no cesó de inquirir a cualquier viajero que llegaba a la villa, sobre su amado.
Cuando Pero Abad pronunció con voz atronadora, ya caída la noche, aquellas palabras fatídicas:¡¡PUERTA DE ZARAGOZA!! Y la guardia le contestó: ¡CERRADA! Sintió, Isabel, que un muro de dolor cerraba también su corazón. El mundo había quedado aislado de Teruel. Dos partes constituían el universo amoroso del Orbe Cristiano. De una parte, la amurallada villa de Teruel que con sus sólidos cimientos ahogaba toda esperanza de que en el último instante llegara Marcilla. Por otra parte, el campo abierto, los caminos inciertos por donde debería caminar su amado de vuelta a Teruel apurando un plazo (5 años) que se hacía ya insoportable. Pero Abad, aquella noche, cada vez que cerraba una puerta o un portal sentía como propio el dolor de Isabel. Acabada la ronda, la noche, el silencio y la sombra de la muerte se extendieron por toda la ciudad. Sólo el lamento amargo de Isabel era sentido, como propio, por cada uno de los vecinos del Concejo de la Villa de Teruel.
*
Laura Martínez.
*
Isabel y el Tenente (Luis Caballer).
*
*
Pedro de Segura (Juan Joaquín Marqués) con su hija (Isabel) y el Tenente.
*
En el centro Francisco Barón (bispe d´Albarrazín)
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*