AL OTRO LADO DEL RÍO
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El
aspecto que presenta el Santuario de Nuestra Señora la Virgen de la Zarza, en Aliaga, es majestuoso
y bucólico a la vez. El edificio está situado en la margen derecha del río
Guadalope y tiene todas aquellas características de una estampa romántica. Un río
de aguas cristalinas, un puente medieval, aunque las barandillas habría que
adecuarlas a la época y quitar esas de hierro que lo afean tanto. El entorno se
completa con prados, fuentes, chopos, huertos, todo encajado en un valle
escavado en uve. Las montañas que delimitan nuestro espacio son de una gran prominencia
y, desposeídas de toda vegetación, muestran los grandes movimientos tectónicos que los siglos han dibujado
sobre ellas. Con la mirada puesta sobre la cruz del castillo Sanjuanista, nos
acercamos al jardincillo que tiene en delantal la ermita. El exterior del edificio se
muestra con “dos torrecillas a los extremos y un cimborrio en el centro donde
se encuentra la nave central y la del crucero decorado recientemente con piezas
cerámicas con forma de escamas azules y blancas que conforman un hermosos
aspecto. (Tomado del tríptico)
La
advocación religiosa tiene como origen la aparición de la Virgen a un
agricultor (Jaime Torrecilla) de Aliaga en una fecha indeterminada de la Edad Media. De todas las
reformas que ha sufrido el edificio las de, 1685 y 1728, son las que lo
han dejado en su aspecto actual.
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Julián y Esther Auré entran en el recinto religioso.
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Sus aguas nutren de dulce sabor al melocotón tardío de Calanda.
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Puente sobre el Guadalope que da acceso al santuario.
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El paseo discurre entre el pueblo y la ermita.
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