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lunes, 4 de febrero de 2013

Febreo2013/Miscelánea. ALIAGA, SEGUNDA PARTE

AL OTRO LADO DEL RÍO
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El aspecto que presenta el Santuario de Nuestra Señora la Virgen de la Zarza, en Aliaga, es majestuoso y bucólico a la vez. El edificio está situado en la margen derecha del río Guadalope y tiene todas aquellas características de una estampa romántica. Un río de aguas cristalinas, un puente medieval, aunque las barandillas habría que adecuarlas a la época y quitar esas de hierro que lo afean tanto. El entorno se completa con prados, fuentes, chopos, huertos, todo encajado en un valle escavado en uve. Las montañas que delimitan nuestro espacio son de una gran prominencia y, desposeídas de toda vegetación, muestran los grandes movimientos tectónicos que los siglos han dibujado sobre ellas. Con la mirada puesta sobre la cruz del castillo Sanjuanista, nos acercamos al jardincillo que tiene en delantal la ermita. El exterior del edificio se muestra con “dos torrecillas a los extremos y un cimborrio en el centro donde se encuentra la nave central y la del crucero decorado recientemente con piezas cerámicas con forma de escamas azules y blancas que conforman un hermosos aspecto. (Tomado del tríptico)
La advocación religiosa tiene como origen la aparición de la Virgen a un agricultor (Jaime Torrecilla) de Aliaga en una fecha indeterminada de la Edad Media. De todas las reformas que ha sufrido el edificio las de, 1685 y  1728, son las que lo han dejado en su aspecto actual.
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Julián y Esther Auré entran en el recinto religioso.
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Sus aguas nutren de dulce sabor al melocotón tardío de Calanda.
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Puente sobre el Guadalope que da acceso al santuario.
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El paseo discurre entre el pueblo y la ermita.
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