Alto valle del río Guadalope, aguas arriba de la localidad de Villarroya de los Pinares.
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EL RÍO GUADALOPE
El
río Guadalope (o río de los Lobos) nace en Villarroya de los Pinares
(Teruel) muy próximo al río Sollavientos que es afluente del Alfambra y los dos
ya unidos en Allepuz, lo son del Turia.
Nuestro río, sin embargo, toma otro derrotero, pasa por Villarroya de
los Pinares, luego baja a Miravete de la Sierra y más tarde, en Aliaga, ya
recibe por la izquierda un afluente, el río de la Val (que nace cerca de
Valdeconejos) y entre Santa Bárbara y Aliaga roza La Porra. En muchos
mapas y tratados antiguos, tanto al río de la Val como al río Guadalope les
llaman río Aliaga hasta pasar esta localidad. En Aliaga y junto a la central térmica, ya en desuso, se construyó un pequeño embalse (ya colmatado)
que no llega al hectómetro cúbico de capacidad para refrigerar dicha central térmica propiedad de Eléctricas Reunidas. Aguas abajo se ha construido otra
central de menor tamaño, pero de ciclo combinado, en la que se quema gas. El
Guadalope recibe a continuación y por su derecha, las aguas del río Pitarque.
Este pequeño río tiene un nacimiento espectacular al que acuden a visitarlo
millares de personas y a descansar en el Hostal de la Trucha y en las múltiples casas de turismo rural que hay en la zona. Cuando el río
llega a Castellote se remansa en el pantano de Santolea, nombre este que
recuerda al pueblo que hubo que deshabitar para su construcción. En el mismo
pantano recibe las aguas del río de Bordón que toma el nombre de esta
localidad turolense que tiene una de las mejores iglesias templarias (Orden del
Temple) de España. Otra vez, por la derecha recibe (el Guadalope) las aguas del
río Bergantes, un río que describió el gran Cavanilles, maestro de Mariano Lagasca (encinacorbero) y que preferimos que sea él quien haga su presentación: “Tres de aquellos
ríos baxan por los rumbos de oriente, mediodía y poniente á unirse al norte de
la villa (Forcall), y desde allí juntos en un solo cauce continúan la via del
norte hasta salir del reyno. El de poniente baxa de Aragon por los términos de
Cantavieja y Mirambel, entra después en el reyno de Valencia por la Mata, y en
el Forcall se junta con el rio Caldés, que desde la Iglesuela forma la rambla
de Sellumbres. Baxa esta hácia el norte, recibe el riachuelo de Cinc-Torres, baña
las inmediaciones de Forcall y forma un ángulo agudo con el río de Cantavieja. Dexan
los rios entre sí bastante espacio para los edificios y hermosa plaza de la
villa, como también para varias huertas y campos que adornan útilmente las
cercanías. El tercer río en fin es el Bergantes, que como he dicho viene de
Morella, y aunque inferior á los otros en caudal, da nombre al conjunto de las
aguas, que adelante forman un río respetable, que baña el reyno por espacio de
quatro horas.”
El
Bergantes aboca sus aguas al pantano de Calanda que se construyó en el
Guadalope para la enorme Central Térmica de Andorra y para regar el melocotón
tardío, que tiene una marca de calidad de muchísimo prestigio en Europa. A
Calanda llega por la izquierda el río Guadalopillo que tiene en Berge el
pantano de Gallipuén. Pasada la villa del Milagro de Pellicer, llegamos
a Castelserás donde recibimos al río Mezquín. Aguas abajo y antes de
llegar a la ciudad de Alcañiz, una antigua acequia recrecida en tiempos de
Franco para fertilizar el valle del Regallo, nos conduce a la Estanca. La Estanca
es una curiosidad geográfica pues partimos de una laguna endorreica para
convertirla, después, tras abrir una acequia desde el río Guadalope, en una estanca
donde se criaban las mejores anguilas. El conde de Aranda las
llevó de plato exquisito en una cena en la embajada de París. Como ya hemos
señalado, el IRYDA (Instituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agrario) recreció
la Estanca con objeto de su aprovechamiento agrícola: Puigmoreno (El Campillo
de Franco) y Valmuel. Alcañiz es una hermosísima ciudad y capital de la cuenca
del río Guadalope. El río Guadalope es represado finalmente en el embalse de
Caspe y aboca las exiguas aguas que le quedan en el embalse de Mequinenza.
Aquí no hemos contado ni una milésima parte de las riquezas artísticas y paisajísticas
que adornan este territorio.