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miércoles, 6 de febrero de 2013

Febrero2013/Miscelánea. ALIAGA, SÉPTIMA PARTE

ALIAGA/AULAGA
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A Aliaga no le queda pasado, se lo gastó todo en ducados y mayorazgos. El presente es, cuando menos, problemático y el futuro incierto. Guarda escondidas joyas naturales y del arte religioso en el alto valle del río Guadalope. Pero, tan corto verano, no da para tirar de sí todo el año. En su interior guarda carbón y en el exterior manda la geología y una hermosa naturaleza que, allí donde se sujeta un palmo de tierra, deja acrecer las más bellas flores con las lluvias de abril y el sol de la primavera. Las aguas del río de la Val de Jarque (que vienen del altiplano de las Cerradas y Petrachos)  y las del Guadalope que bajan a su vez de Sollavientos, por Villarroya de los Pinares y Miravete de la Sierra,  abren el valle en canal, dejando aliagas amarillas en sus costados como las llagas sangrantes de un Cristo crucificado. Aquí pasé un año de maestro y puedo decir junto al poeta local R. Latorre que:
“Yo contemplé esas montañas que te envuelven,
tus rocas gigantes, testigo del tiempo;
tus claras fontanas de linfas tan puras
tus olmos y chopos, agujas del cielo;
tu valle quebrado, donde serpentea,
cual cristal pulido, tu río sereno;
la gala sublime de tu bella ermita,
la rica esmeralda que fulge en tus huertos,
tu Porra y Castillo, heraldos que cantan
tu antiguo linaje, tu carácter férreo…”
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Los ingenieros suizos que construyeron esta central térmica se hospedaban en el Hotel Turia de Teruel y viajaban, todos los días, hasta Aliaga.
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