Tradición ganadera en las paredes del restaurante.
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TORRES DE ALBARRACÍN
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La economía de Torres ha estado
siempre ligada a su condición de territorio celtibérico y montañoso, luego a la
de la taifa, más tarde al señorío de los Azagra y finalmente a su Comunidad
(que nunca desapareció). La ganadería y la industria de la lana, han sido básicas
y han dejado indeleble huella hasta la actualidad. También la minería del
hierro con su potente herrería y sus antiquísimas minas de plata, forman parte
de un pasado ya irrecuperable. Dice Ignacio de Asso de Albarracín: “Siendo la
lana de este partido su más rica producción, y la más sobresaliente en calidad
de todo el reino, ha sido fácil fomentar en él las fábricas de esa clase: y en
efecto en el año 1200 poco posterior a la conquista de la ciudad, se hallaba ya
arraigada en ella la pelairía, como lo acreditan las Ordenanzas, que formó D.
Fernando Ruiz de Azagra sobre el obraje de los paños…” Dice también que “Las
manufacturas de lana continuaron floreciendo en Albarracín, y en otros lugares
de la Comunidad hasta finales del siglo pasado” (siglo XVIII). Aventuran
algunos autores que el pastoreo es una actividad reglada ya por los celtíberos
y que la división del territorio en Sesmas procede de esta primera cultura
Celta, en las sierras de la Ibérica. Por ello tanto, Albarracín como Molina de
Aragón, estuvieron divididas en Sesmas, al igual que Calatayud, Daroca o Teruel.
Hay pues, una unidad cultural y administrativa, en los territorios que el
profesor Francisco Burillo ha dado en redefinir como Celtiberia.
Actualmente, tanto Torres como
todos los territorios históricos que forman globalmente lo que popularmente llamamos Albarracín, están
dotados de los instrumentos necesarios para analizar su problemática y para
avanzar sus soluciones. Desde siempre ha habido estudiosos que se han interesado
por esta tierra, ya sea Asso, Antillón (a Isidoro lo ha estudiado bien de Jaime) o Madoz, por ser los más destacados pues,
Albarracín, siempre ha sido especial en y para Aragón. Actualmente lo sigue
siendo pues, tiene una institución más que el resto del territorio: conserva la
vieja Comunidad de Albarracín histórica.
En la actualidad descuellan dos
instituciones que llaman diariamente la atención en la prensa: por un aparte la
revista la “Rehalda” y por la otra la Fundación Santa María de Albarracín. No queremos olvidar a Rubén Sáez que reproduce, fielmente, las maquinaras bélicas de la antigüedad.
Torres en la actualidad es un
pueblo que está muy bien atendido por el presidente de la Comarca, no en vano,
su mujer es natural de esta localidad. Dejamos a continuación las últimas
fotografías de un recorrido (comida incluida) encantador por esta localidad que
tan gratos recuerdos nos trae a la mente. Actualmente, Torres de Albarracín, es
capital mundial del juego de la MORRA, juego que ya practicábamos de jóvenes
con José María Ruiz, alias “Anarquín” y con Valeriano García, cuyo padre
trabajaba en la harinera. De los Mayos, de la pesca furtiva y de otros mil
temas podríamos estar hablando días y días.
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Isidoro de Antillón
DESCRIPCIÓN DEL
PARTIDO DE ALBARRACÍN EN 1795
Torres de Albarracín.
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Por un camino
divertido y frondoso se llega desde Tramacastilla a Torres, pueblo
situado sobre peñas de arena; sus calles todas encosteradas a excepción de la
plaza que es muy llana y apacible. La iglesia parroquial es
hermosa, y en sus retablos se ve bastante porción arquitectónica. Aunque está a la
ribera del río Guadalaviar, apenas le sirve sino para destruir
sus tierras con las avenidas, y sólo fertiliza unas pocas huertas. Los
frutos de este término son 5.000 fanegas de trigo, 600 de avena, y
bastantes judías y lentejas. Los vecinos apenas llegan a 120, y los más son
jornaleros empleados en la fábrica de hierro que tiene establecida la
Comunidad cerca del pueblo, de la que resulta estar desolados los montes
de sus comprensión, por las continuas cortas y entresacas sin orden.
Las escuelas de educación consisten en un maestro
de niños mal dotado.
En el término hay una mina de hierro, y en las cercanías del lugar
registré enormes canteras de lápiz, aunque de mala calidad, y algunos
bancos de yeso.
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Nota: por razón de estas inundaciones que señala Antillón, los de Torres de Albarracín tienen el apodo de Arroceros.
PARQUE
"ALBARRACÍN AVENTURA"
REFRÁN
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