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miércoles, 15 de abril de 2015

Abril2015/Miscelánea. LA PRIMAVERA

LA PRIMAVERA DE IRIS
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Tomó mi mano y yo a su vez, con gesto dulce, se la envolví con la mía. Mi nieta tan pequeña… tan sutil… me llevó hasta el cuarto opaco que se encuentra al fondo del callejón. Allí, por efecto de la suave luz que filtraba un ventanuco y, también, por la acción calorífica de los rayos solares, habían florecido dos bulbos de narciso. Uno de ellos blanco como la nieve, el otro rojos como el carmín. La niña no dijo nada, sólo me mostró estos dos milagros de la vida. Con su incipiente lengua me dijo: ¡Yayo, flor! Sí, le dije, dos hermosísimas flores que son el anuncio de la primavera. Luego, tras ese inicial descubrimiento, salimos al campo y el yayo le señalaba complacido: flor de almendro, de peral, de cerezo…, violetas en el prado, albianas en el brazal. Los verdes campos de trigo y ya en las viñas, los panpános despuntar. Era una total eclosión de vida primaveral. Los vencejos, golondrinas, gorriones, tórtolas y picarazas empezaban  los nidos a componer. ¿Cómo explicarte mi niña, lo que la primavera es?
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ROJO NARCISO
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Sobre la triste penumbra de un arruinado cuartucho, filtraba la luz solar espeso, sucio cristal. Delante reja de forja y, sobre la forja, cuajada la luz de abril. El robín de los herrajes por efecto de la brisa, tan húmeda y matinal, dejaba sobre el cemento gruesas gotas de metal. Un haz de luz matutina cada día, calentaba, la tierra donde crecía, una planta singular. El calor del débil rayo, hizo al fin fructificar, una flor hermosa y tierna,  que nadie supo admirar. Sobre un tallo de verde hoja, roja flor, limpio cristal. Era la fuerza rotunda de un día primaveral.
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