Uno puede visitar París, la conocida
como “Ciudad de la Luz”. Se dan tres argumentos
para denominarla así. Se refiere el primero a que en el siglo XVII es la
primera ciudad del mundo en tener alumbrado público con lámparas de aceite.
Claro que, no se tiene en cuenta que Córdoba en Al-Andalus allá para el siglo X
(décimo) ya tenía kilómetro y medio de calles iluminadas, también con lámparas
de aceite. Con esta razón, el argumento parisino, decae por su propio peso.
El segundo argumento o justificación
proviene del siglo XVIII dado que, en este siglo, llamado “Siglo de las Luces”
por el triunfo de la filosofía racionalista, es París cuna de los más
importantes filósofos de esa corriente.
En tercer lugar, se llama a París “Ciudad
de la Luz”, por la prosaica obra de instalar en 1830 alumbrado de gas.
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O puede visitar la ciudad de Teruel, también
conocida como “La Ciudad del Amor”. Las razones que esgrime nuestra bella
ciudad son incontestables. Aquí nace y reside la más bella historia de amor de
todos los tiempos. Se trata de la “Historia de los Amantes de Teruel” cuyo 800
aniversarios conmemoramos y celebramos este año de 2017. La pervivencia de tal
hecho en la memoria colectiva de los turolense maravilla a los que hasta aquí
se acercan. Cada día más y, cada día, más sorprendidos de la belleza del relato.