Las tres torres
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ROTONDA DE SANTA EULALIA DEL CAMPO
(Choceros, soplones y cenizosos)
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Antes de entrar en el pueblo natal de
Isidoro de Antillón es preciso parar en la gasolinera y entrar en el Suvesa a tomar
siquiera un “cortao”. Desde los ventanales se observa la escultura colocada en
el centro de una rotonda a la que se le ha privado de ajardinamiento. La obra
es de María José Mesado y lleva por título. “Santa Eulalia rural y Ganadera”.
Pero Santa Eulalia es más que todo eso. Ahora mismo, tiene vocación industrial
y en el pasado sostuvo una de las azucareras de las llamadas “libres”. Puerta
de Sierra Menera y de los Montes Universales su historia ha discurrido, básicamente,
en el eje del Jiloca.
Esta tierra que durante mucho tiempo
fue un desierto poblacional fue, tras la reconquista, ocupada y potenciada por
nuevos pobladores. Llama la atención el apodo con el que son conocidos sus
habitantes: SOPLONES.
Nos cuenta un vecino del lugar, que
escusa darnos su nombre, que en tiempos muy remotos se produjo un incendio en
Villarquemado (Billar Cremato), consecuencia del suceso, el pueblo quedó arrasado y sus
habitantes tuvieron que construirse vivienda improvisada con ramas y hierbas extraídas del entorno de la laguna
del Cañizar. Por esa razón tan simple desde ese instante en adelante se les
llamo: CHOCEROS.
Nos relata que, el incendio fue tan
pavoroso, que una negra nube de humo se elevó sobre el cielo y empujada por el
viento se desplazaba hacia Santa Eulalia. Los Hombres Buenos del lugar, viendo
peligro tan inminente, llamaron a la población que situada a las orillas del
Jiloca comenzaron a soplar todos al unísono, lo hicieron con tal potencia y enfebrecido
ánimo que, la negra nube se desvió de su rumbo natural y la población se libró
de quedar cubierta con sus cenizas. Desde que tuvo lugar este peculiar suceso
sus habitantes son conocidos como los SOPLONES.
Siguió, sin embargo, el cúmulo nuboso
su rumbo desplazándose en dirección a Alba (vulgo Álava) para finalmente deja
caer todas las cenizas sobre esta población. Dice nuestro confidente que por esta
misma razón los naturales de Alba del Campo son conocidos por el apelativo de
CENIZOSOS.
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Detrás el hostal Suvesa.
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Al fondo Peña Palomera.
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