EL CAMBIO DE ESTACIÓN Y EL CAMBIO DE
AÑO
*
Hay cosas que obedecen a la fuerza de
la naturaleza, ahora diríamos, a las Leyes de la Física del Cosmos. Cuando
llegamos a esta parte de la Celtiberia, situada sobre el río Frasno, estaba a
punto de producirse el cambio de estación. El cambio de estación se produce con
el llamado solsticio de invierno inmanejable para el hombre y sujeto a leyes “divinas”
para los antiguos y, a las Leyes de la Física del Cosmos, para los actuales. El
cálido otoño había dejado posarse con serenidad las hojas caídas de la parra
formando una alfombra ocre, pero de vivos colores todavía pues, ni el hielo ni
la putrefacción, les habían afectado aún. Coincidiendo con el solsticio de
invierno, fiesta pagana desde los albores de nuestra civilización, tiene lugar
la celebración de la natividad del Señor, por parte de los cristianos y, la
fiesta de la luz, por parte de los judíos. A los sucesos o fenómenos naturales ineludibles suele el hombre poner nombre
(bautizarlos) con ello pretende tener cierto control sobre los mismos. Pero la
Navidad sigue coincidiendo con el Solsticio, sin embargo, como todo el mundo sabe el AÑO
NUEVO no es más que una convención humana. Pasamos de un año a otro por puro
capricho, sin que las Leyes de la Física del Cosmos se den por enteradas.
Desde hace algún tiempo el profesor
Burillo se encarga de recordarnos el por qué el año pasa de iniciarse con los
Idus de marzo a este actual, uno de enero. Todo se debe, al parecer, a las
luchas entre Roma y los Celtíberos. Son
las llamadas Guerras Celtibéricas desarrolladas en el corazón de este territorio
y más concretamente, para lo que aquí interesa, en la ciudad Celtíbera de
Segeda ubicada junto al pueblo de Mara en el curso del río Perejiles. El suceso
es digno de mención y de recuerdo clamoroso entre los aragoneses.
Pero, antes de la batalla y
conociendo Roma las fortificaciones que se estaban realizando en Segeda, decide
adelantar el envío de la legiones a todas partes de su u Imperio, de manera que
en vez de iniciar el proceso el 15 de marzo (como era costumbre) lo adelanta
con el objeto de llegar cuanto antes a Segeda y dar la batalla con menos
defensas y con mejor tiempo y, efectivamente, el inevitable encuentro se
produjo en el mes de agosto. A partir de ese año siempre se realizara el sorteo
de las legiones y su salida de Roma el día UNO DE ENERO.
Roma envía a Hispania al cónsul QUINTO
FULVIO NOBILIOR al mando de 30.000 hombres. Lo que en Segeda sucedió es digno
de preservarse en la memoria de los hombres y se cuenta sucintamente así:
“De
esta manera Nobilior fue enviado a Hispania con un ejército de treinta mil
hombres, en el año 153 a. C. Al llegar, obligó a las tribus de titos y belos,
reunidas en Segeda, a someterse. Algunos celtiberos se refugiaron en el
territorio de la tribu de los arévacos, los cuales se rebelaron y eligieron
como cabeza de guerra a Caro (Carus), uno de los refugiados. Caro, con 20 000
soldados y 5000 jinetes, venció a Nobilior tres días después, el 23 de agosto
de 153 a. C., en el día de la Vulcanalia, causándole una pérdida de 6000
hombres. El desastre romano fue tan grave, que ningún general romano después
lucharía en ese día a menos que fuera obligado.”
El tiempo ha borrado de la memoria de
los hombres estos sucesos fantásticos pues, todo o humano es perecedero. Sin
embargo, siguen ineludiblemente, año tras año, cayendo las hojas de los árboles
y madurando las uvas en las vides. Es posible incluso que, otras edades y eras
de los hombres olviden la Natividad del Señor, todo es posible, sin embargo,
mientras el curso del astro gire de oriente a poniente seguirán sucediéndose las
estaciones del año.
****
***
**
*
***
**
*