Por
ANTONIO
GUTIÉRREZ GONZÁLEZ DE MENDOZA
Vedlos
aquí, en piedra convertidos,
exhaustos
de silencios y pasiones,
coronados
de inútiles perdones
por
el dios, sin piedad, de los olvidos.
Miradlos
en el tiempo detenidos,
entrelazando
manos, corazones,
rosas
de soledad, mudas canciones
que
acunan el temblor de otros latidos.
Mas
no lloréis la ausencia de aquel viento,
ni
toquéis este mármol que palpita
bajo
el soplo desnudo de su aliento.
Que
en la nada de un beso sigue escrita,
con
la sangre de un mismo juramento,