Uva de regalo, de cribatinaja o de cojón de gato.
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LOS FRUTOS DE ARAGÓN
(La desertización)
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En los años 50 del siglo pasado,
Aragón, era un territorio eminentemente rural. Bastaron unas décadas para que
los pueblos se desertizasen. La cosa fue muy rápida. No se puso entonces
remedio y ahorra recogemos la cosecha. Una cosecha de pueblos fantasmas que, en
estas fechas tan próximas a Todos Los Santos, se aprecia en todo su esplendor.
El único segmento que crece en nuestras poblaciones son los nichos de los
cementerios. Otoño es pues época de flores (en los cementerios) y de frutos.
Los frutos del campo de Aragón son famosos por su calidad, por su dulzura… y en
eso, sí que podemos presumir.
Cuando empecé a trabajar, a finales
de los años setenta, ya iba cerrando escuelas. La primera que cerré fue la de
Santa Bárbara en Aliaga (minería), luego vino todo un rosario. Para entonces, la suerte
de nuestros pueblos estaba dictada. Ni políticos, ni intelectuales, ni
catedráticos, nadie en absoluto… quiso ver lo que sucedía. Se metió la cabeza
debajo del ala y se hizo como que no pasaba nada: “mejor… más anchos”. No se
cambio, tampoco, la administración pública y no solo disminuyeron sino que
aumentaron los funcionarios, los diputados… Si se hace una reforma electoral la
provincia de Teruel perderá dos (2) diputados a Cortes generales.
La desertización no es sólo un
problema de Aragón es, fundamentalmente, consecuencia de la estructura del
Estado y de la forma de organizarse económicamente durante el periodo de la dictadura franquista. España
en este periodo ha sido un laboratorio de desintegración económica y
consecuentemente de desintegración social. Y, aunque ahora y en la práctica,
España sea de hecho un Estado “partido”
las consecuencias de la desintegración en la segunda parte del siglo XX son ya
irreparables a corto plazo.
Para que haya progreso económico son
necesarias fundamentalmente dos cosas: hombres y territorio, es decir recursos
humanos y recursos materiales. Estos dos tipos de recursos fueron los que llegaron a Cataluña y País
vasco y los que, por su emigración, nos despojaron a nosotros de futuro. Las
migajas de este pastel hicieron crecer a
Zaragoza, Huesca y Teruel. Tal es así que, Barcelona, es la segunda ciudad de
Aragón por el número de aragoneses que la habitan.
El abandono de la labores del campo
por la tecnificación del mismo, debería haber sido completada con la ocupación
de la población campesina en el sector industrial y de servicios. El ejemplo es
palpable, ahora que cierra definitivamente la fábrica del Corte Inglés en la
vega de Teruel. En el polígono La Paz de nuestra capital de provincia, si
exceptuamos la tardía instalación de RONAL, se ve que casi la totalidad de
negocios son ALMACENES y talleres. Extendamos esta ausencia de empresas (de
cierto nivel) al resto del territorio y tendremos adecuada respuesta. La primera mujer alcaldesa de la provincia
María Concepción Fuentes Goyanes lo decía con toda claridad: “En algún futuro, Cella, sin dejar de ser
eminentemente agrícola, ha de ampliar sus horizontes y orientar su economía
hacia la industria”.
En la provincia hay un rosario de
polígonos industriales fantasmas. Véase por ejemplo el que encontramos a la
entrada de Orihuela del Tremedal. Se trata de una acción o reacción tardía y
fracasada. Así pues, una de las preocupaciones fundamentales de cualquier
persona que ame a su tierra estriba en la lucha por la desertización. También
en este campo de la desertización hay quienes quieren pescar en río revuelto.
Oportunistas que ven en las ayudas del Estado una circunstancia para poder
vivir a costa de un problema tremendo.
Mezalocha
Albarracín