SONETO
Por Chusé María Cebrián Muñoz
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Aquí veis del amor su encarnadura,
aquí la luz de sus ojos desgranada,
aquí, la gloria de su cuerpo hecha
mirada
y en la rosa de sus labios la
hermosura.
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El deseo más ardiente sin cordura,
el instinto y la pasión que
desbarata.
Un corazón, jazmín que se desata
por la senda mortal de la locura.
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Aquí la carne, como cárcel, dejó
preso
al conjuro del cielo y su mirada,
un alma, un corazón... acaso un beso.
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Aquí tenéis, por fin, espuma
derramada
sobre un cristal de luz, duro y
espeso.
Tenéis aquí al amor: llama y llamada.
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