El lunes, día 3 de octubre, entramos en Muel a
comprar cerámica a un alfar del que somos clientes desde hace muchos años.
Luego callejeamos un rato por un pueblo ajeno a la travesía de la carretera
nacional y, finalmente, dimos con la “ermita de Goya” y el parque anejo. Es
Muel, ahora, un pueblo próspero en el que se están instalando muchas fábricas.
El alcalde lo cuida en su trazado urbano y lo sectoriza para un crecimiento
diversificado. Atiende al patrimonio que en lo más sustancial (más
representativo) son la cuatro pechinas de Goya. El horario de visita es
matutino, por lo cual no pudimos verlas, pero en esto que nos manden recado
para recoger la cerámica, pensamos volver de mañana para visitar tan singulares
obras.
Este
monumento está muy detallado en Internet y en innumerables guías. Al parecer la
ermita se construyó en 1777, pero Francisco de Goya recibió ya, en el año 1770 el encargo de pintar las pechinas con los Padres
de la Iglesia.
Vemos aquí la parte exterior sobre el muro de
la presa romana. Este día se estaba limpiando de maleza la cara que da al
parque, como puede comprobarse en las fotografías adjuntas. Muel fue, pues, pieza
importante en la calzada romana Cesaraugusta Laminio.