LA YIHAD
Los Estados teocráticos de corte islamista ocasionan, con sus atentados terroristas, un grave impacto en la sociedad occidental, un retroceso en el avance de la civilización humana y un riesgo inmediato de pérdida de las cotas alcanzadas para el logro de una sociedad más libre y democrática.
Los Estados teocráticos de corte islamista ocasionan, con sus atentados terroristas, un grave impacto en la sociedad occidental, un retroceso en el avance de la civilización humana y un riesgo inmediato de pérdida de las cotas alcanzadas para el logro de una sociedad más libre y democrática.
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Nos produce una gran depresión oír
esta palabra (Yihad-Gerra Santa). A la vez, nos causa un gran temor. Nos retrotrae a los periodos más
oscuros de nuestra historia medieval. Parece, porque lo sentimos, que la lucha por
las libertades de pensamiento y de expresión están de nuevo amenazadas: una
amenaza, ahora, a punta de pistola, a ráfaga de fusil… a golpe de terror. Si
una religión asume que el “infiel” debe ser destruido. Si una religión asume la
“Guerra Santa”, esa religión y esos “¿sacerdotes?”
que tal predican deben ser parados y delimitados. No es aceptable, en una sociedad moderna, el
sometimiento del individuo a una religión, ni establecer límites en su expresión (sólo una ley civil, constitucional y democrática, debe limitar).
Traemos aquí de nuevo a colación
a Miguel Servet, que luchó por la libertad de pensamiento y expresión dentro de
la religión Católica, dando ejemplo de templanza y valentía. Sin embargo y,
muchos siglos más tarde, no vemos lo mismo en el Islam. No conocemos ni se
muestran ejemplos de “librepensadores” dentro de la religión musulmana. No
encontramos minorías que se revelen contra ese orden cerrado y monolítico. No
hay luz, no hay singularidades, siquiera, que se atrevan a levantar la voz.
Todo ello nos causa gran pena y unas predicciones de futuro altamente
preocupantes.
¿Cómo nos gustaría que fueran las
cosas? Evidentemente de otra forma. Nos gustaría que los musulmanes que viven
en Europa y disfrutan de nuestro régimen
de libertades dieran la batalla y levantaran la voz contra la opresión de una
religión que anula la libertad de muchos individuos, que sojuzga a las mujeres,
y que les anula su personalidad con el ignominioso burca. Que las minorías
intelectuales musulmanas (si es que las hay) se manifestaran en Europa en
defensa de la libertad de pensamiento y de expresión y que hicieran frente,
unidos a los demás europeos, a esta suerte de atavismo que es la Yihad.
Mientras estas minorías, punta de
lanza de un nuevo orden, no levanten la voz, no habrá luz al final del camino. Recuerdo
el franquismo y el papel tan importante de las minorías intelectuales.
Intelectuales reunidos en París, edición de libros, la colección “Ruedo Ibérico”,
etc., etc. La propaganda y toma de conciencia sobre un DERECHO básico para el
hombre: LA LIBERTAD DE PENSAMIENTO Y DE EXPRESIÓN.
Salman Rushdie es sólo un
ejemplo y no muy acertado, de lo que debería ser un análisis, racional y crítico
de la religión islámica. Este escritor tomó fama, no por la profundidad de su
crítica sino porque, el 14 de febrero de 1989, el ayatolá Jomeini proclama una fatwa, instando a la población
musulmana a ejecutar a cualquier
persona relacionada con la publicación del libro.
Si a principios del siglo XXI
admitimos, consentimos o excusamos que en cualquier parte del mundo, alguien
pueda ser EJECUTADO por su forma de
pensar, nuestra civilización está perdida.
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