LAS MIGRACIONES
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La
instrucción, la educación, la formación cultural, la sensibilidad hacia una
naturaleza frágil y en perpetuo cambio, la solidaridad que surge del esfuerzo
personal, consciente y altruista... Quizás todo ello y un impulso quizá
primario, un deseo innato de ayudar nos impulsen a cultivar el debido respeto
por el planeta. Algunas ocasiones tenemos los turolenses, quizás no muchas, pero
en este caso de las grullas, la percepción de un mundo global a través de las
migraciones de las aves, es paradigmático. La Iglesia nos recuerda el día 18 de
enero que también el hombre es un ser migratorio. Marcha en busca de comida y
suele volver, a su tierra en ciclos que a veces son, también, anuales. En
España tenemos el ejemplo de los marroquíes que todos los veranos vuelven de
Francia cargados sus coches “hasta los topes” para, terminado el verano, volver
a su lugar de trabajo, al lugar donde encuentran su sustento. El campo español
ha sido un laboratorio de emigración sin retorno.
Con
todo ello queremos poner en valor la universalidad de las migraciones, tanto en
los hombres como en los animales. No siempre se ha sido consciente de ello y
era costumbre en los campos de España, todavía se practica, cazar a las aves
migratorias al atravesar sus “pasos” naturales. Nada me produce tanta desazón como esta repulsiva práctica. Un
animal, después de miles de kilómetros de esfuerzo volando, sólo sirve para
distracción de ociosos. Todo ello nos lleva a meditar sobre el progreso de la
educación en España que todavía, seguramente, no alcanza las cotas necesarias.
España
es un país muy dado a pedir solidaridad “en recibir” pero no suele serlo “en el
dar”. Sin embargo, todos podemos ser solidarios a la hora “dar”, aunque no
tengamos dinero. Podemos ser solidarios al dar, todo nuestro esfuerzo en el
estudio, en el respeto, en la protección integral de la naturaleza. Nuestra
solidaridad, nuestro socialismo se debe basar en ser: buen estudiante, buen
trabajador y buen ciudadano. Respetuosamente ético con el medio ambiente. Todo
ello se puede aprender, fácilmente, si el que acude a estas jornadas de
Gallocanta lo hace con un interés vivo y consciente, por el hombre y su entorno.
Que las jornadas sean de provecho.
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