La diócesis de Teruel (de los orígenes a la Ilustración), Libro de José Manuel Latorre Ciria.
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¡LEAN… LEAN…!
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Con la decisión de San Pablo de
predicar a los gentiles, el cristianismo, una secta judía de nazorreos, da el
gran paso de extenderse por todo el mundo conocido en ese momento. Con el emperador
Constantino se convierte en la religión del Imperio. Mientras, los evangelistas
y los Padres de la Iglesia van dando formato teórico a una doctrina y a una
institución, la Iglesia, que perdurará más de 2.000 años y que será determinante
en el devenir del mundo occidental. La caída
del Imperio Romano supone un paso atrás para los cristianos, pero, rápidamente
se recomponen y su religión se instala de nuevo entre los bárbaros ya
romanizados y cristianizados.
En el siglo VII aparece con fuerza
una nueva religión, el islamismo que habría de ser la piedra de toque para los
cristianos. Por un momento ven retroceder su espacio natural, el heredado del
Imperio Romano, por el empuje de los seguidores de Alá. Pero, frente al Islam, se van a curtir en dura
lucha, tanto intelectual como físicamente, por recuperar la hegemonía de los territorios que pertenecieron al Imperio romano. Pero,
sobre todo, se anhela con llegar a Jerusalén.
El cristianismo y su instrumento
terrenal, la Iglesia Católica, se van a convertir, en la superestructura ideológica
que guiará los pasos de la Reconquista, creando reinos y estimulando la lucha
mediante privilegios (bulas) en las llamadas Cruzadas. La Península Ibérica
constituye en sí misma una Cruzada y la línea directriz de su reconquista la llevará
la Iglesia Católica.
Vamos a centrarnos ahora en lo que
sucedió en la Península desde la llegada de los “moros”. En primer lugar, la ocupación del espacio
peninsular y su dominio fue menor de lo que se difunde hoy en los libros de
texto y en la mayor parte de los libros de historia. Se suele señalar que
fueron setecientos u ochocientos años de dominio musulmán, y no fue tal.
En el periodo de dominio musulmán de
la Península que abarca desde su llegada hasta la caída del Califato de Córdoba,
se define el papel que va a cumplir la Iglesia. La mayor parte de la península no
es ocupada por los musulmanes quedando grandes espacios vacios. Por ejemplo desde la frontera del Duero hasta
el Cantábrico es escasa la presencia de los árabes. Pero, el dominio efectivo
de estos territorios se constata en el cobro de impuestos. Un reciente estudio
de la universidad del País Vasco ha definido el papel de la existencia de almohajas. Almohaja significa cabalgada y era un grupo de caballeros que se
instalaba cerca de un obispado para recoger los impuestos y bajarlos al
Califato de Córdoba. En Teruel existe el pueblo de Almohaja, próximo al obispado
de Albarracín, y que cumplió esta función hasta principios del siglo XI. Cae el
Califato de Córdoba nacen las Taifas y la Iglesia crea el Reino de Aragón.
Han cambiado las tornas. A partir de
ese momento, las “parias” las cobrarán los cristianos a las taifas moras si
quieren vivir en paz.
De esta manera se define el papel que
va a tener cada cual en el proceso de la Reconquista. La Iglesia es la directora del proceso (teoría),
la beneficiaría de tierras e inmuebles y, la recaudadora de impuestos (praxis) para
la magna empresa. La Iglesia se convierte en un superpoder. Los nobles
aportaran los hombres con su impedimenta para las batallas (hay pocas), la
ocupación del territorio y, los reyes, serán el instrumento de la Iglesia para
llevan a buen puerto la empresa de conquista y conversión. En Aragón, ejemplo
de este rey afín a los dictados de la Iglesia es, Alfonso I el Batallador. Este
esquema funciona hasta la conquista de Granda por los Reyes Católicos. Acabada
la Reconquista de toda la península, debería haberse replanteado el esquema
anterior, pero, nada se hace.
La iglesia les señala a los Reyes
Católicos el nuevo frente de conquista y evangelización: se trata de América. De esta forma, la fiesta de la Virgen María
que se celebraba el día 2 de enero, día en que vino en carne mortal a Zaragoza
a dar ánimos a Santiago, pasa a
celebrarse el día 12 de octubre con el nombre de Patrona de la Hispanidad.
A partir de ese momento los reyes se
fijarán en América y crearán una “Armada” potente para traer dinero con el que
mantener sus dominios. En el interior de la Península nada cambia.
Como ya no hay que aportar dinero
para la reconquista los tributos se los
queda la Iglesia. Y es durante los siglos XVI, XVII y XVIII, cuando la Iglesia
alcanza su esplendor en la provincia de Teruel. Se derriban o reforman las
viejas iglesias dándoles una apariencia tardogótica, renacentista o barroca. De
tal manera que el registro de los bienes eclesiástico nos dan una pista cierta
del enriquecimiento del clero. De este enriquecimiento desproporcionado nace un
sentimiento anticlerical que ha durado hasta nuestros días. La Unión de Armas
es el punto culminante de este proceso, pues los reinos castellanos, ya no
puede soportar por si mismos los gastos y pide que todos concurran en apoyo de
la corona. En Teruel es un ejemplo positivo, Fray Juan Cebrián, que llegó a ser virrey de
Aragón.
Así las cosas en el siglo XVIII va a iniciarse
un proceso que alcanzará todo su significado durante el siglo XIX, se trata de
las desamortizaciones: “La
desamortización se define como la acción legal para liberar los bienes de manos
muertas (que pertenecen a la Iglesia, la nobleza o un municipio, etc.) de
manera que puedan ser vendidos. Ésta afectó a toda clase de bienes. Y si bien,
la más conocida de ellas es la desamortización del ministro Mendizábal, ésta no
fue ni la primera ni la única. No obstante, se puede considerar como la más
«virulenta», al menos para la institución eclesiástica. Se han sucedido
numerosas desamortizaciones entre las cuales se señalan: la expulsión y
extrañamiento de la Compañía de Jesús en el año 1767 considerada por numerosos
historiadores como la primera desamortización; la desamortización de Godoy
decretada en el año 1798 y que afectó a los hospitales, colegios, casas de misericordias,
hermandades, cofradías, etc. y en la que se pusieron en venta numerosas
propiedades rústicas y urbanas; la desamortización de José I aprobada en el año
1809, también condicionada por los momentos bélicos que padecía la nación
española y que supuso la primera destrucción y pérdida del patrimonio artístico
español; la desamortización de las Cortes de Cádiz decretada en el año 1812 y
de poca duración; la del Trienio Constitucional que no supuso una supresión
completa de todas las comunidades religiosas salvo de aquellas que tenían menos
de doce regulares, las grandes desamortizaciones de Mendizábal y Espartero de
los años 1835 y 1841 respectivamente, que en la mayoría de los casos supuso la
exclaustración definitiva y supresión de todos los bienes rústicos, urbanos e
incluso culturales, la desamortización de Madoz en el año 1855 que afectó
directamente y de manera especial a los Ayuntamientos, y la desamortización de
la revolución gloriosa de 1868 que redujo aquellas comunidades que habían
pervivido a las desamortizaciones previas.” EL PATRIMONIO DE LA
DESAMORTIZACIÓN. DE LOS BIENES CULTUALES Y CULTURALES Manuel Antonio Ramos
Suárez.
El anticlericalismo es una de las
notas que más definen el pensamiento de la mass media española. Siendo punto
esencial a la hora de decantarse ideológicamente un español. La persecución a la Iglesia Católica en la
Guerra Civil (36-39) fue mayor que la desarrollada por el Imperio Romano.
En la actualidad y tras atravesar
unos siglos, XIX y XX, de mucha conflictividad entre la Iglesia y el Estado,
las relaciones entre ambos poderes se rigen por un documento que se llama “El
Concordato” y que establece los acuerdos entre el vaticano y el Estado Español.
Por lo que respecta a Teruel y Comunidad
de Aldeas y después, a su obispado, traemos hoy estos dos libros. Uno de Juan José Polo
Rubio del año 1984 y éste, recién escullado, de José Manuel Latorre Ciria.
Conocer la historia de nuestra
Iglesia local (episcopal) es fundamental para entender nuestra historia. ¿Es
Teruel un espejo de lo que hemos dibujado en este artículo? Lean… lean…
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Jaime Jimeno de Lobera (1580-1594) Organizador de la Diócesis de Teruel. Libro de Juan José Polo Rubio.
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