Ángel Alcalá
Galve (1928-2017)
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El día 3 de diciembre de 2017 moría Ángel Alcalá Galve, hijo predilecto de Andorra (Te) y, el día 17 del mismo mes, el diario digital https://nuevaalcarria.com/ publicaba de la pluma de Ciriaco Morón, el artículo que a continuación reproducimos. En esta síntesis puede apreciarse la calidad de la monumental obra de este andorrano universal.
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“Le debemos la
edición y traducción de todos los escritos de Miguel Servet (1511-1553), cinco
tomos precedidos de uno introductorio”
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El domingo 3 de
diciembre, murió en Nueva York Ángel Alcalá, catedrático emérito de la
Universidad de la Ciudad de Nueva York. Nacido en Andorra, Teruel, se incorporó
en 1963 al Brooklyn College de esa universidad. Desde aquellos años hasta su
último viaje, Alcalá ha sido un abanderado de la marca España en el sentido más
creador. Sus obras pueden conocerse en internet; aquí solo puedo poner alguna
en su contexto.
Fue un pensador original, historiador del
pensamiento español en su vertiente europea y americana y traductor de obras
clásicas sobre España para ponerlas en manos de nuestros estudiosos; el mejor
ejemplo es la Historia de la Inquisición de Henry C. Lea. Le debemos la edición
y traducción de todos los escritos de Miguel Servet (1511-1553), cinco tomos
precedidos de uno introductorio escrito por él con la vida del pensador de
Sijena. Con motivo de Servet se relacionó con los estudiosos del movimiento
antitrinitario y de los reformadores más heterodoxos, todo enfocado en el tema
de la libertad de conciencia y la historia de la intolerancia religiosa desde
el siglo XVI. Servet, como se sabe, fue quemado en Ginebra por orden de Calvino
en una hoguera de leña verde para hacerle sufrir más. Alcalá escribió un guión
de película: Servet y el leño verde, que dramatiza la crueldad humana del
torturador y el asesino. Antes había ya traducido del inglés un libro clásico
aunque hoy bastante olvidado, del ilustre historiador Roland Bainton: Servet,
el hereje perseguido. Una figura muy estudiada por Alcalá fue Arias Montano. El
gran hebraísta había dejado testimonio de que no comía jamón. Esto fue
suficiente para que don Américo Castro le considerase converso del judaísmo
hacia 1570, o sea, 80 años después de la expulsión de los judíos de España en
1492. Alcalá explicó el testimonio del editor de la Biblia de Amberes,
observando que sencillamente era vegetariano.
Editó el proceso inquisitorial completo de
Fr. Luis de León, en el que podemos apreciar la tortura psíquica a la que fue
sometida la inteligencia poderosa de Fr. Luis, que llega a sentirse al borde de
la locura. En 1983 Alcalá organizó en Nueva York un congreso sobre la
Inquisición al que asistieron los mejores estudiosos españoles (Pérez
Villanueva, Escudero, Abellán, Martínez Millán, Contreras, etc.) y Benzion
Netanyahu. El maestro israelí apreció la calidad intelectual de Alcalá y a
partir de entonces, cuando Netanyahu venía a Ithaca (Universidad de Cornell),
hacía parada en Nueva York y gozaba de la conversación y la espléndida mesa de
Ángel y María Elena. En 1995, cuando Netanyahu publicó su obra maestra Los
orígenes de la Inquisición en la España del siglo XV, me pidió que yo la
tradujera al español. Pero son 1400 páginas y yo no podía dedicar todo mi
tiempo a ese proyecto. En ese momento, el maestro Alcalá y yo nos dividimos el
trabajo y hoy estoy orgulloso de que mi nombre quede asociado con el suyo en
esa colaboración. Uno de sus últimos libros es La infanta y el cardenal que
debió ser rey de España (La Esfera de los Libros, 2015), novela histórica
deliciosa (pero más historia que novela) sobre don Luis de Borbón y Farnesio,
desterrado de Madrid por su “amadísimo” hermano Carlos III, porque, según la
pragmática de Felipe V, el rey de España tenía que haber nacido en nuestro
suelo, y Carlos IV, el hijo de Carlos III, había nacido en Nápoles, de forma
que el heredero legítimo era D. Luis. El infante construyó los palacios de
Arenas de San Pedro y Boadilla del Monte, y tuvo a Boccherini como músico a su
servicio. Alcalá escribió además sobre Sender y una biografía de D. Niceto
Alcalá Zamora. No olvidó del todo a Guadalajara; cuando Milagro Ortega Costa
(nieta de don Joaquín) publicó la magistral edición del proceso de María Cazalla
(1978), Alcalá escribió un espléndido artículo presentando a María como una
gran mujer que afirmó ante los inquisidores su ejemplar catolicismo y la
libertad de conciencia.
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