Los grandes imperios de la Edad
Antigua, los de Alejandro Magno o Julio Cesar, se creaban con la fuerza de las
armas. Si exceptuamos Egipto o Mesopotamia, la mayor parte de los territorios los
ocupaban tribus con escasa organización política, jurídica y administrativa. A
pesar de poner resistencia al invasor solían caer con cierta facilidad frente a
un ejército bien entrenado y organizado. Además, Roma, “luchaba” con otra arma
muy poderosa, se trataba de su desarrollo legislativo; en él, la familia era y
ha sido pieza clave y fundamento de nuestra organización durante más de dos mil
años. Sin embargo, en la Edad Media ya se están desarrollando dos conceptos
importantes que vemos, por ejemplo, cuando se alude a la Jura que hace el Cid Campeador
de Santa Gadea de Burgos. Cierta o falsa, ya hay una preocupación porque nada
empañe el legítimo acceso del rey al trono. De la misma manera en el Compromiso
de Caspe, se ve la misma preocupación por LEGITIMAR al nuevo monarca.
Legitimidad y legalidad son dos conceptos básicos para
manejarnos con cierto criterio en temas actuales como el conflicto catalán más
conocido como “proceso”. Desde siempre
el hombre ha estado preocupado en, quién ostenta el poder y cómo. Por esa razón
la historia se divide en edades. En la Edad Media el poder era compartido entre
el rey y los nobles (feudalismo). El rey era el primero entre iguales y en Aragón se decía “nos
que valemos tanto como vos y que todos juntos más que vos…”. A tal efecto, en esta
disputa de intereses se creó el Justicia de Aragón, no para defender al pueblo, sino
para resolver los conflictos entre la nobleza y el rey. La Edad Moderna se
caracterizo por la monarquía absoluta, rey y señor todopoderoso. La Edad Contemporánea,
en la que estamos y que parte de la Revolución Francesa, lo que se hace es pasar el
poder al pueblo que lo ostenta y lo delega en unos representantes mediante
votaciones (parlamento).
El problema de la entrada en la Edad
Contemporánea se produce cuando se violenta la LEGITIMIDAD. El poder legítimo y por tanto absoluto estaba en el rey, por delegación divina. El rey español Alfonso XIII acuñaba
monedas con la frase: REY DE ESPAÑA POR LA GRACIAS DE DIOS. A tal efecto,
Franco, que tenía muy serios problemas de LEGITIMIDAD, en la práctica su
dictadura la convirtió en un interregno acuñando moneda con la expresión:
FRANCISCO FRANCO CAUDILLO DE ESPAÑA POR LA GRACIA DE DIOS. Exactamente igual a
como hiciera su padrino de boda, Alfonso XIII. Franco no fue fascista más que en
apariencia, él era un monárquico que, a su modo (aquí, insultar a Franco), quiso renovar la maltrecha monarquía
española, (de la doctrina fascista era titular la Falange).
Desde siempre pues, la preocupación del PODER ha estado en su LEGITIMIDAD, en la salvaguardia de la misma y, en no romperse, esa línea de continuidad sucesoria. La
LEGALIDAD o POTESTAD es el poder reconocido por tus coetáneos: Nobleza, Estamentos, Pueblo y, otras Naciones o Estados. La legalidad era reconocida en la Edad Media por la nobleza. En la Edad Moderna por el
Papado y en la Edad Contemporánea por el concierto internacional de naciones. Así Jaime I de Aragón para ser rey de Valencia dividió la "potestas" regia aragonesa.
EL EJEMPLO DE FRANCO
Franco obtuvo el poder de forma ILEGÍTIMA y
siempre lo fue, porque el daño estaba en el origen. Pero Franco tuvo el poder
LEGAL a partir de entrar en la ONU de la mano de EEUU, es decir, que fue
reconocido por la mayoría de los países del mundo, no todos. La LEGITIMIDAD,
sin embargo, se puede perder. Es el caso de Maduro en Venezuela, a través de la
reiterada violentación de las leyes. Maduro tiene el poder LEGAL, porque a
pesar de las sanciones y de las críticas (es un dictador) prácticamente ningún
país ha roto sus relaciones diplomáticas.
LAS REVOLUCIONES ROMÁNTICAS
El problema de la LEGITIMIDAD aparece con fuerza con ocasión de las revoluciones
románticas. Los franceses guillotinan al rey que ostentaba la LEGITIMIDAD y la
LEGALIDAD en un proceso revolucionario. Quiere esto decir que, cambian las
reglas del juego totalmente. Por eso la base de las revoluciones románticas se
fundamenta en la expresión “destruyamos completamente nuestra sociedad para,
sobre sus cenizas, construir una nueva”. Esto exactamente, han hecho o hicieron
por ejemplo, Hitler o Stalin, con las mayores matanzas de seres humanos en toda
la historia de la humanidad. De esta forma el “nuevo” Estado se legitimaba
por sí mismo y se legalizaba a través de su poder económico ante las demás
naciones, primero la SN y luego, la ONU.
Actualmente los partidos marxistas (IU,
Podemos, etc.) siguen esta misma línea. No les importa romper la legitimidad,
porque luego ellos (sin ningún escrúpulo) compondrán otra legitimidad a su medida ( ya lo han ensayado en Venezuela). De la misma manera piensan los
separatistas vascos con la ETA y catalanes con el “proceso”.
El problema catalán choca fuertemente
con los dos conceptos. Si desobedecen las leyes españolas quedan ilegitimados,
además de procesados penalmente. Pero lo más importante, para ellos hoy, es le
LEGALIDAD. Prácticamente ningún país de su entorno los va a reconocer y eso es
un problema.
Dentro del “proceso” hay un asunto de
no menor importancia que es la forma de no perder la LEGITIMIDAD. Por ello
siempre hablan de “diálogo” con el Gobierno español y de “democracia”. España
no es un Estado ni FEDERAL y CONFEDERAL
(esto es muy importante). España es una NACIÓN única y según la Constitución
INDIVISIBLE. Si España fuera el resultado de una federación o confederación de Estados, lógicamente, lo mismo que se unieron, se pueden separar. Pero, España
no los es, ni nunca fue, ni una federación, ni una confederación. Por eso se
hace imposible separar lo que nunca lo estuvo.
Los historiadores al describir la
Monarquía Hispánica lo señalan con claridad. Parte de un tronco común con
Sancho III el Mayor de Navarra y vuelve a unirse con los Reyes Católicos.
El Rey Sancho de Navarra antes de
morir (1035) hizo testamento según el derecho navarro, por el que el reino
patrimonial de Pamplona sería heredado por su primogénito, García, que
gobernaría directamente en Pamplona, más algunas tierras en Aragón. El condado
de Castilla —herencia de su mujer, pero vinculado al reino de León— fue
repartido entre dos hijos legítimos: a García le correspondió Álava y gran
parte del condado de Castilla (la Bureba, montes de Oca, Trasmiera,
Encartaciones y Castilla Vieja; mientras que Fernando, que ya había sido
designado conde de Castilla en 1029, recibió un mermado condado de Castilla (la
zona burgalesa hasta el Duero). Y dependientes del rey de Pamplona fueron,
Ramiro que recibió tierras en Aragón y Navarra, y Gonzalo, que las recibiría en
Sobrarbe, Ribagorza y otros puntos distantes de Aragón.
Así pues, solamente quedaba un
territorio fuera de la influencia de la Monarquía Hispana, se trataba de
Cataluña.
Mucho se ha hablado y mal fundamentado, casi siempre, de este otro “proceso” mediante el cual, Cataluña se
incorpora al reino de Aragón y consecutivamente a la Monarquía Hispana. Se
trata de una fórmula conocida como “Matrimonio en Casa”, quiere esto decir: en
la CASA REAL DE ARAGÓN. Las capitulaciones matrimoniales no dejan ninguna duda
y los descendientes de este matrimonio serán Reyes de Aragón y condes o marqueses de otros territorios (Alfonso II rey de
Aragón, conde de Barcelona, marques de Provenza… etc.)
VUELTA A LA LEGITIMIDAD
Ayer mismo, con ocasión de cumplir el
rey Felipe VI su cincuenta cumpleaños quiso LEGITIMAR a su hija LEONOR como
sucesora de la CASA REAL ESPAÑOLA. Al entregarle el Toisón de Oro la señaló
como primera en la línea sucesoria y la LEGITIMO, de acuerdo con la
Constitución para que en su día, las Cortes española detentadoras de la
soberanía popular, puedan proclamarla reina de España. El rey puede legitimar a
su hija dentro de la CASA REAL, pero no puede proclamarla reina aunque abdicara
como su padre.
LA SEGUNDA REPÚBLICA
Al igual que se declara ILEGÍTIMO el
régimen de Franco se puede y se debe señalar como ILEGÍTIMA a la SEGUNDA
REPÚBLICA ESPAÑOLA. Alfonso XIII convoca elecciones municipales en España que derivan
en un posicionamiento entre monárquicos y republicanos. Las elecciones las
ganan los monárquicos por número de votos, pero, los republicanos no se
conforman y habiendo ganado en la España urbana (la mayoría de los españoles vivían
en la España rural) decide realizar un proceso revolucionario para ocupar el
poder. Alfonso XIII nunca abdicó ni trasmitió la LEGITIMIDAD en la Jefatura del
Estado. El traspaso de poderes (LEGALIDAD) se hizo en la casa particular de Gregorio
Marañón con la presencia del conde de Romanones por expreso deseo de Alfonso XIII. En las siguientes elecciones, los partidos de la derecha monárquica se presentaron a las elecciones, con lo
cual, dejaron sentada su adhesión al nuevo régimen. No había ya más cosa que
discutir. Testigo de esos acontecimientos fue el doctor Forner, discípulo
predilecto de Gregorio Marañón y hasta hace no mucho tiempo colaborador del
Diario de Teruel con sus famosas FORNERÍAS. El Dr. Forner era natural de Pozondón.
RESUMIENDO
Si España, que es una nación cuyo
régimen político es la monarquía constitucional, se convierte en una España FEDERAL
o CONFEDERAL, automáticamente se otorgaría la LEGITIMIDAD para producirse la
segregación de cualquiera de los territorios. A no ser que, esa nueva
constitución reformada, lo mismo que hace la alemana, declarara la indisolubilidad de la
nación española. Aquí está el riesgo que corremos al realizar una reforma
constitucional y declarar a España un
estado compuesto de territorios soberanos. Ya lo dicen algunos catalanes sin ambages
ni cortapisas. “Nosotros nos vamos.”
Hoy día, la LEGITIMIDAD para ejercer el poder de manera LEGAL está o reside en el PUEBLO ESPAÑOL. Este, ha plasmado esa voluntad en un código que llamamos CONSTITUCIÓN. La Constitución Española es el máximo referente de nuestra vida en común y su salvaguarda la ejerce el TRIBUNAL CONSTITUCIONAL. La Constitución puede reformarse o cambiarse, sobre esos cambios debe pronunciarse inequívocamente el pueblo español en su conjunto.
Hoy día, la LEGITIMIDAD para ejercer el poder de manera LEGAL está o reside en el PUEBLO ESPAÑOL. Este, ha plasmado esa voluntad en un código que llamamos CONSTITUCIÓN. La Constitución Española es el máximo referente de nuestra vida en común y su salvaguarda la ejerce el TRIBUNAL CONSTITUCIONAL. La Constitución puede reformarse o cambiarse, sobre esos cambios debe pronunciarse inequívocamente el pueblo español en su conjunto.
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