LA MEGALOMANÍA
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Debemos tener los bosques que podamos
mantener.
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La población que pueda sostener el
territorio.
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Las infraestructuras adecuadas a la
población.
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Esa tendencia a la desproporción en
las cosas ya se venía gestando desde tiempos anteriores, pero se acentuó con el
franquismo y se siguió con la democracia. Cerramos o cerraron los ojos a la
realidad y se siguió una marcha hacia el despropósito. Desde principios (al
menos) del siglo XX ya se constataba una pérdida constante de población por la
emigración y acentuada por las bajas tasas de natalidad (se instituyeron oficialmente los Premios a la Natalidad).
Así, por ejemplo, la representación
política iba aumentando a la vez que había menos población para gobernar o
administrar. Por ejemplo, en Teruel en los años setenta se pierden 90.000 habitantes y no cambia el número de representantes políticos.
En la educación se tendió hacia los
grandes centros educativos. Ciudades escolares, macrouniversidades o las
impresionantes Universidades Laborales como la de Gijón que es, con sus 270.000
m², el edificio más grande de España.
En la sanidad ha sucedido lo mismo.
Las grandes hospitales han resultado nefastos, tanto económicamente como desde
el punto de vista higiénico sanitario.
Las residencias de la tercera edad, monstruosas,
de las que en Teruel tenemos una, han tenido que reducir espacios por seguridad.
Pero, esta tendencia a la megalomanía
se ha extendido hasta nuestros pueblos, por el número de habitantes, ya más que
pueblos, masadas. Se veía que la iglesia se quedaba vacía, pero el empeño era
hacer un pabellón más grande que el del pueblo vecino. Total, 363 días al año
vacío y los dos días que se usa para fiestas semivacío. Por sus dimensiones
resulta problemática la megafonía y nos es adecuado, tan gran pabellón, para pequeños espectáculos,
que es en realidad lo que se hace.
En las comunicaciones, también se ha
tendido al despropósito. Si las autovías y las autopistas (menos en Teruel) han
proliferado con fruición, no ha sido menor la inversión (no proporcionada al
territorio) en lo referente al AVE. De tal manera que somos el país del mundo
que más infrautilizado tiene su red de alta velocidad. Sin embargo España,
tiene muy abandonada la red convencional de ferrocarril (que es nuestro caso). Y, este asunto, ya se vio desde un principio, cuando se sacó aquella pegatina que decía: AVE DE RAPIÑA, TERUEL POR SU TREN
COMO UNA PIÑA. Y es que la red AVE con sus exigencias de seguridad, sus macroinversiones, no deja ni
un euro para el ferrocarril convencional. Por eso a Teruel le ha tocado un viejo "Tamagochi".
LA MEGALOMANÍA NOS MATA.
Pero la megalomanía no ha sido “invento”
reciente. Vayan a cualquier pueblo en el que viven de 80 a 140 personas y verán
unas iglesias como catedrales. No es difícil poner ejemplos, muy cerca, en
Villel, lo podrán ver cada domingo. Un templo extraordinariamente grande con "cuatro" abuelicas oyendo misa. Muchos curas hace tiempo que lo han visto y se han adaptado
haciendo la misa en una capilla que han cerrado o, debajo del coro, también acristalado.
Cuando ahora se habla pomposamente de
“SOSTENIBILIDAD” se advierte que hay o, ha debido haber, una reflexión seria
sobre el tema. Establecer una clara sintonía entre el territorio y la población,
es vital.
No hay repoblación posible porque en nuestros pueblos (en la mayoría) no hay trabajo y, aunque lo hubiera, se va a él desde la capital o desde la cabecera de comarca.
No hay repoblación posible porque en nuestros pueblos (en la mayoría) no hay trabajo y, aunque lo hubiera, se va a él desde la capital o desde la cabecera de comarca.
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