VIAJE AL HOCINO DE LA RAMBLA DE
MARTÍN DEL RÍO
( ¡Surgere et ambulare, Lazaro! )
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Era una mañana de enero de cálido y
limpio cielo. Sobre las “térmicas” volaba un buitre de aviesas intenciones y, sobre
el barranco, acudiendo a la vena de agua que baja hasta Martín del Río, marchaba
una veintena de Gacheros dispuestos a hacer sitio en el estómago a la opípara
comida que luego, en la fonda, les esperaba. Los Gacheros en manada seguían a
Pedro, elefante guía, por una senda de hierba seca y mullida. Pronto hubo que
atravesar el pequeño cauce de agua que baja por la rambla de forma permanente.
En el vado, poco transitado últimamente, una tabla de madera que alguna vez
hizo de puente se había hundido en el remanso de agua por un extremo. La inclinación
de la tabla y lo mojado de algunas de sus partes hacía que al pisar resbalase
el pie. Esa era la situación y, el buitre, sabedor de la poca pericia de los
Gacheros esperó paciente a que cayese la primera presa. La expectativa era
máxima y la tensión se palpaba en el ambiente. Cada vez que uno de los Gacheros
llegaba al otro lado del caucecillo, había vivas y vítores. Allí se vio el
despliegue de bastones, la calidad del calcero y sobre todo la potencia del
menisco. Cuando ya había saltando hasta el otro extremo más la mitad de
Gacheros y el buitre empezaba a elevar su vuelo, pensando que el almuerzo de
ese día no llegaría nunca, se produjo el inesperado tropezón y Lázaro, como un
sapo, cayó al suelo. Marcial, que de mocete estudió latín en Alcorisa, viendo
las intenciones de ave carroñera le espetó con todas sus fuerzas al amigo en
apuros: ¡LÁZARO, LEVÁNTATE Y ANDA! / "¡SURGERE ET AMBULARE, LAZARO!"
Toda la serie de fotografías que
recogen este episodio, las podéis ver seguidamente, pinchando en la primera y haciéndolas
pasar como si de una película se tratase.
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PINCHAD EN LA FOTO Y PASAD
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