TRAGICOMEDIA DE PUIGDEMONT Y CATALUÑA
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CARLES PUIGDEMONT.- ¡Oh CATALUÑA MÍA, esperanza de mi gloria,
descanso y alivio de mi pena, alegría de mi corazón! ¿Qué lengua será bastante
para te dar iguales gracias a la sobrada e incomparable merced que, en este
punto de tanta congoja para mí, me has querido hacer en querer que un tan flaco
e indigno hombre pueda gozar de tu suavísimo amor? Del cual, aunque muy
deseoso, siempre me juzgaba indigno, mirando tu grandeza, considerando tu
estado, remirando tu perfección, contemplando tu gentileza, acatando mi poco merecer
y tu alto merecimiento, tus extremadas gracias, tus loadas y manifiestas
virtudes. Pues, ¡oh alto Dios!, ¿cómo te podré ser ingrato, que tan
milagrosamente has obrado conmigo tus singulares maravillas? ¡Oh cuántos días
antes de ahora pasados me fue venido ese pensamiento a mi corazón! Por
imposible lo rechazaba de mi memoria, hasta que ya los rayos ilustrantes de tu
muy claro gesto dieron luz en mis ojos, encendieron mi corazón, despertaron mi
lengua, extendieron mi merecer, acortaron mi cobardía, destorcieron mi
encogimiento, doblaron mis fuerzas, desadormecieron mis pies y manos,
finalmente, me dieron tal osadía que me han traído con su mucho poder a este
sublimado estado en que ahora me veo. Oyendo de grado tu suave voz, la cual, si
antes de ahora no conociese y no sintiese tus saludables olores, no podría
creer que careciesen de engaño tus palabras. Pero, como soy cierto de tu
limpieza de sangre y hechos, me estoy remirando si soy yo EL MOLT HONORABLE
PRESIDENT, a quien tanto bien se hace. (Trasunto de la Celestina)
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HUMOR MISCELÁNEO PARA
LECTORES CONTEMPORÁNEOS
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