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domingo, 28 de enero de 2018

Enero2018/Miscelánea. MARCAR LA DIFERENCIA, UNA OBSESIÓN.

FOSAS, VESTIGIOS….
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Existe una obsesión en las fuerzas de izquierda y nacionalistas por mantener vivo el franquismo. Un régimen dictatorial al que hemos mantenido activo, cuarenta años gobernando y, otros 40, como referente ideológico condicionando la forma de gobernar de los diferentes partido españoles y desperdiciando muchas energías. Había que hacer las cosas, siempre, de forma contrario a como se hicieron con Franco, aunque nos perjudicaran.
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Si nos detenemos un momento a reflexionar, veremos lo parecidos que somos todos los españoles en relación con nuestra cultura, costumbres y modo de vida. Participamos de la misma cultura Judeo-Cristiana como superestructura ideológica de ámbito general y, de ahí para abajo, de ahí hacia delante, bajando escalones seguimos siendo tan semejantes que  hasta compramos en las mismas tiendas los mismos o muy semejantes móviles. Tenemos las mismas incertidumbres y preocupaciones respecto al futuro y al futuro de nuestros hijos… Tenemos diversa fortuna pero eso, hoy día, cambia rápidamente. ¡Y, de qué modo! Pues, afortunadamente, ya no estamos en un sistema estamental.
Sin embargo, ciertos ideólogos, se empeñan en decirnos que somos muy diferentes y que unos son poseedores de todos los bienes de fortuna y los otros unos parias. Se alimenta ese frentismo, esa lucha, como estrategia política. Pero, vemos diariamente y muy a menudo, en algunos de nuestros vecinos de izquierdas el fabuloso tren de vida que llevan…
Para mantener esa lucha, ese frentismo, es necesario idear de vez en cuando una estrategia que marque la diferencia.
Se recurre más a menudo de lo deseable a la Guerra Civil (36-39). El franquismo ha sido una cantera de éxitos increíble. Tener marchamo de ser antifranquista te abría muchas puertas. Tras un periodo corto de tener las espadas bajadas, con ocasión de la transición política del franquismo a la democracia. La lucha se ha vuelto a recrudecer. Es preciso que se visualice quién somos los buenos y quienes son los malos.
Fue preciso crear la Ley de Memoria Histórica que ha tenido su polémica, pues, en unos sitios fusilaban unos y, en otros sitios fusilaban otros, allá por el año 1936 del siglo pasado.
Ahí hubo un yacimiento de trabajo para los arqueólogos, pero no mucho. La fosas que quedaron fueron más por despiste que por otra cosa, pues Franco mandó llevar a todos los muertos al Valle de los Caídos.
Un caso representativo fue el de Singra. En la fosas del cementerio comenzaron a salir cadáveres, más luego quedaron en las escuelas viejas porque nadie venía a reclamarlos. Total que el Alcalde dijo, ¡Basta!
Agotada la cantera de la fosas hubo que echar mano a otro yacimiento, en este caso se trata de los vestigios de la Guerra Civil (36-39). Vestigios republicanos, ¡claro! Tras los vestigios, seguro que surge algún que otro hecho o argumento que permita tener encendido el piloto de alerta contra el franquismo. Una dictadura, sin ideología, extinta en sí misma.
En la dictadura, la ideología la aportaba La Falange, pero Franco cogió a La Falange y a los Requetés (carlismo residual) y creó el Movimiento Nacional, una suerte de senda de elefantes donde poco a poco se fueron extinguiendo. Electoralmente el franquismo y sus organizaciones satélites no cuentan para nada en el ámbito político español. Puede decirse con total seguridad que el franquismo a muerto, no tenía futuro, porque no tenía ideología.
Muy posiblemente la izquierda puede estar cometiendo un error estratégico importante pues, al aniquilar cualquier vestigio del franquismo, cualquier referente, cualquier señal o cosa por nimia que sea que nos pueda recordar la dictadura, está perdiendo la razón fundamental de su existencia. Pues, en los últimos ochenta años, la izquierda española más que socialista o marxista, ha sido ANTIFRANQUISTA. Esa ha sido la verdadera ideología o ideologización de los militantes de la izquierda.
Así llegamos a Martín del Río, población turolense de la Cuenca Minera, en la que encontramos en la fachada de la iglesia la losa de piedra que puso la dictadura de Franco con los nombres de las personas que cayeron en la Guerra Civil (36-39). El que gana la guerra escribe la historia, así ha sido siempre. Pero, superado ese  periodo, ya pasa de los 80 años, la solución a esa losa debería haber sido otra. El Ayuntamiento podía haber puesto otra junto a la primera o en la fachada del Ayuntamiento. Sin embargo, dada la mentalidad antifranquista, se optó por la abrasión de la piedra y el consiguiente borrado de los nombres.
Así luce la piedra actualmente, para recordatorio de que aquí hubo una reacción propia del resquemor. 
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