¡VIVIR EL TURISMO RURAL!
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De nuevo tenemos por delante las
vacaciones de Navidad. Puede ser cierto que lo del turismo rural funcione y, entonces, sería bueno que parte de nuestras energías y esfuerzos se trasladasen en esa dirección. La
sociedad está llena de modas y de rituales. Nochebuena es noche de casa
materna. Nochevieja es de casa de turismo rural. A estas alturas las casas de
turismo rural de la provincia ya deben de estar comprometidas para el final de
año. Con ello, los pueblos, nuestros pueblos, vuelven a sentir el pulso de la
vida por sus calles. La provincia ofrece 268 destinos diferentes, pues, 268 son
los municipios que posee. Suficientes para acoger a los naturales y a los
forasteros que acuden. Con las fiestas de Nochevieja y Añonuevo se inicia el “ciclo
de la vida” y los días más largos, sobre todo a partir de febrero, darán
espacio para la exploración de mundos y culturas diferenciadas en tan escueto
espacio. Cada pueblo tiene su peculiaridad, su idiosincrasia, su carácter genuino
en las cosas y en las gentes. Iglesias, ermitas, fuentes, senderos, parajes,
peñas, bosques, leyendas e historias verdaderas o no, asaltan al visitante en un
espacio fácil de abarcar. Con un riquísimo patrimonio arquitectónico, unos, o
con una naturaleza exuberante o agreste otros y, en todos los casos, con buenísima gastronomía (palabra
de Gachero). Desde la suavidad de los prados en los Montes Universales, a las
cresterías del Maestrazgo, la provincia da mucho de sí y hay que saber venderla
con el debido crédito y solvencia. Jamón, aceite, queso, melocotón, azafrán, embutidos, mermeladas, mazapanes, pastas, licores, vinos, conservas, etc., etc. darán satisfacción al visitante más exigente y motivos para volver. Porque, a pesar de todo, la gente pide un trato afectuoso, pero sin afectación. Una trato natural como sólo sabe darlo la gente del pueblo.
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