BRIAN EL FUERTE
Brian pertenecía a la tribu de los Belos o
habitantes del agua. Había crecido en el torno a la gran charca donde el “gallo
canta” y había construido su choza sobre firmes maderos clavados en el fondo de
sus aguas. Con pocos años de vida conocía ya todos los secretos de la gran
planicie húmeda. Su descarada astucia con el manejo de la lanza y de la honda
le llevó a ser un destacado guerrero al que sus compañeros admiraban y al que
habían bautizado con el nombre de “El Fuerte”. Su fuerza, su osadía, su
conocimiento del medio natural y su propia juventud le llevaban a arriesgar al
máximo cuando salía de cacería con los jóvenes de su tribu en torno al gran
humedal. Aquel amanecer haciendo guardia en su choza, fue fatídico para él y
condicionó para siempre su futuro. Albano, otro joven que competía con él en
astucia y destreza, pero coronado por Lug con un cabello puro y una piel, blanca como la leche, entró en su área de caza. Brian, espoleado por su orgullo
herido, no lo dudó ni un instante y disparó su honda sobre su compañero albino.
Resultado del lance, Albano cayó de bruces sobre las aguas salitrosas de la
gran laguna.
Un estruendo de aves agitando sus alas sobre
la superficie alzó el vuelo y los hombres de la tribu acudieron en un instante
a averiguar lo sucedido. Los sabios druidas aconsejaron al jefe de la tribu la
expulsión de Brian del poblado. Nadie se apiadó de él y tuvo que marchar
rebosando sus pisadas el borde de la laguna, hacia tierras extrañas. Sólo Lug
tomó en consideración sus plegarias y lo aceptó, temporalmente, en su morada
(ahora llamada, Luco de Jiloca). El dios Lug tenía esta morada, junto al Jiloca,
en un remanso del mismo con abundante tierra fresca para el cultivo. Por esa
circunstancia señaló, a Brian, su nuevo destino. De ahora en adelante, dijo
Lug, no tomarás más las armas y te dedicarás por entero a la agricultura. Esa
será tu nueva tarea hasta que, el vuelo de las águilas, te eleve hacia lo alto.
Inició las tareas encomendadas
por su dios de buena mañana. Se acercó a los campos yermos y cubiertos de hierba
verde y fresca, buena para el ganado, pero no para las personas. Arrancó con
sus manos las malas hierbas y arañó con sus uñas la tierra. Más la tarea se le
hacía fatigosa e insoportable para un cazador. Pensó en desistir y clamó de
nuevo a Lug. Señor, le dijo, la tarea que me encomiendas me causa mucha fatiga
y es totalmente improductiva. Moriré de hambre si no puedo cazar.
Dijo Lug: “Brian, llamado por los
tuyos “El Fuerte”, caminando río arriba llegarás hasta un poblado conocido con
el nombre de La Caridad, allí pregunta por Likinete de casa Likine, él te
instruirá en el arte de la agricultura”. Se despidió Lug, finalmente de nuestro
guerrero diciendo: agradece esta irá contenida, pues a punto he estado de hacer
desplomarse el cielo sobre tu cabeza, pues tu osada impertinencia ya me fatiga.
Caminó Brian sin dejar el curso
del río. Llegó a La Caridad de buena mañana y nada más entrar a la población
quedó admirado del ambiente de laboriosidad que se respiraba. Este era un
autentico poblado, mil veces superior al de la gran charca, y donde las casas
eran de una gran solidez y amplitud. Los habitantes tenían la costumbre de
hacer montones de piedra rojiza en forma de cueva y prender fuego en su
interior. De esa forma mantenían la llama hasta que la piedra perdía toda su
humedad natural. Dentro de las casas, en amplios patios, tenían mecanismos e
instrumentos irreconocibles con los que elaboraban todo tipo de objetos en una
textura recia, fría y fuerte. Se trata de hierro, le dijeron, se maneja con el
fuego y el yunque. Es un nuevo material estratégico muy codiciado por los
romanos. Ellos nos demandan permanentemente espadas para la lucha, afirman ser
las mejores de Iberia, pero también fabricamos utensilios para la agricultura.
A Brian la información se le amontonaba en la cabeza, todo era novedad y
ciertamente este mundo era totalmente desconocido para él. Por fin puedo articular
alguna palabra y demandó por la casa de Likinete.
Aquella es Likine, es la de mayor
tamaño de la ciudad y su estructura ya tiene el gusto por la arquitectura
romana. Likinete es medio romano, le dijeron con un tono medio burlesco.
Likinete lo recibió complacido
por ser un enviado del dios Lug y le preguntó en que podía servirle. Tengo que
aprender la agricultura, dijo simplemente Brian. Bien, pues entonces tienes que
tener paciencia. Primero te daré aposento en mi casa y luego, tienes que saber,
que has de permanecer en mi compañía mientras el sol llegue dos veces a su
cenit en el santuario de Segeda. También
peregrinarás don veces al santuario de Peñalba para hacer sacrificios a tu dios.
Pero, muy importante, tendrás que tomar mujer, pues tus nuevas tareas te absorberán
todo el tiempo. Deberás aprender, también, el manejo del fuego, el yunque, la
madera y el curtido de pieles. Con todo ello podrás tener una vida
independiente y trasmitirás estos conocimientos a tus hijos para que el valle
no deje nunca de ser productivo.
Y Brian aprendió la agricultura
con una avidez que cada día complacía más a Lug. Likinete observaba los
progresos de este celtíbero, cada vez más ávido de la nueva cultura romana. "La Romana" era una
nueva forma de vida y de cultura, con nuevos y extraños dioses, que se expandía
día a día como el aceite en el río de los lobos.
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LUCO DE JILOCA
En el
MADOZ
Lugar con Ayuntamiento en la
provincia de Teruel (12 leguas), Partido Judicial de Calamocha (1 ¼ leguas),
Diócesis, Audiencia Territorial y Capitanía general de Aragón (Zaragoza, 15
leguas). SITUADO en medio de una fértil vega, y a la margen derecha del río
Jiloca, rodeada de cerros bastante próximos a la población, por cuyo motivo su
horizonte es muy reducido: goza de CLIMA templado, sin embargo de combatirlo
con más frecuencia el viento N que ocasiona algunos dolores de costado. Se
compone de 20 CASAS de construcción ordinaria y con pocas comodidades, entre
ellas la de Ayuntamiento, las cuales forman una sola calle algo estrecha y sin
empedrar, y un aplaza destinada para el juego de pelota; tiene un edificio
destinado a cárcel; escuela de primeras letras, a la que concurren 30 niños,
cuyo maestro está pensionado con 1,940 reales de los fondos municipales;
iglesia parroquial (Nuestra Señora de la Asunción) servida por un cura de
ascenso; 2 ermitas dedicadas a Santa Bárbara y el Santo Cristo, y un cementerio
unido a la iglesia, pero fuera del pueblo, que en nada perjudica a la salud
pública. Se extiende el TÉRMINO de N a S
como de E a O, 1 ½ legua, confinando por el N con Burbáguena; E Cuenca Buena; S
Calamocha; y O Tornos; atraviésale el Jiloca, al cual se le cruza por un puente
de piedra, muy antiguo y de sólida construcción, situado a ½ legua de la
población; en este puente se reúne a dicho río otro llamado de Navarre, que
nace en el término de Alpeñés. El TERRENO es de secano y regadío; este muy
productivo, aprovechándose las aguas del Jiloca en beneficio de la tierra;
tiene dos montes llamados Valdeburro y Carrascalejo, el primero tocando casi
con el pueblo, y el segundo próximo a una ermita bajo la advocación de Nuestra
Señora del Rosario; ambos crían bastantes chaparros. Los CAMINOS conducen unos
a Calamocha y Burbáguena por la vega, estando muy anchos y bien conservados, y
otros a los pueblos comarcanos. La CORRESPONDENCIA se recibe de la cabeza del Partido
y de Daroca por balijero. PRODUCE: trigo, centeno, lentejas, cáñamo, vino,
manzanas, peras, y nueces; hay ganado lanar y caza de perdices, liebres y
conejos. INDUSTRIA: un molino harinero y una fábrica o martinete de batir cobre
en estado poco floreciente. POBLACIÓN: 151 vecinos, 605 almas. RIQUEZA
IMPONIBLE: 73,404 reales. El PRESUPUESTO MUNICIPAL asciende a 15,500 reales que se cubren con los
productos de propios y arbitrios, y el déficit por reparto vecinal.
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