Nada arredra a los Gacheros. La parda y fría mañana de la primavera turolense les llevó hasta la nieve de Cabigordo, primero, y luego hasta las estribaciones de Sollavientos. Allepuz apareció ante sus ojos con un velo blanco de fría pureza, con el fuego del hogar en llama viva y, con una recia voz de moza serrana que anunció: ""Creí que no vendrían ustedes". "¡Los Gacheros nunca fallan!" Fue la lacónica respuesta del Jefe de Cucharas, mientras su lengua, glotona, repasaba las comisuras de unos labios hechos, más que para el beso, para el deleite de las sabrosas longanizas colgadas en las trancas del granero.
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Pedimos confesión y nuestro padre espiritual nos la concedió, no sin antes, haber hecho penitencia bajo los "chupones" que ya colgaban de las canaleras de las casas. ¡Que pase el primero! Anunció con voz de trueno el Jefe de Cucharas. Hermano, preguntó el cofrade, ¿cuanto hace que no te has confesado? Desde las gachas de Riodeva, padre.
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Y te arrepientes, volvió a inquirir el pater. Miaja, confeso el cofrade con gesto frío pero sosegado. Si me dejaran, volvería a repetir. Ya repetirás..., pero será para otro año, que la próxima lifara será en Ojos Negros.
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El Jefe de Cucharas anunció al siguiente penitente. Nada más arrodillarse exclamó el pater: " ¿Tú también Wert? ¿ Y quién no? En todo el país no se habla de otra cosa que de las lifaras de los Gacheros. Estamos pensando en poner las lifaras como asignatura trasversal y así contratacar a la "marea verde". No está mal pensado, dijo el pater. Bueno hijo mío, de momento me vas rosigando estas costillicas y estos tronchos de longaniza con unos traguicos de este Marques de Tosos para pasarlos mejor.
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Así que se acabó la confesión general sentáronse a la mesa todos. El fuego del hogar y el vinico animaron el espíritu y estimularon el apetito.
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Hubo un momento de silencio y de recuerdo sincero por la muerte de Adolfo Suárez. Alguien dijo que con él, los maestros empezaron a dejar de pasar hambre. (Esto fue en serio)
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A Fabián le gustan los huevos bien saladicos y de sus propias gallinicas.
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Empezó a aparecer en la mesa un buen repertorio de comida serrana y, para que entraran mejor las sabrosas viandas... una guindilla.
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Embutidos joreados al aire de la sierra.
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Jamón serrano secado en el granero de la casa.
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Conservas del cerdo.
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Todos aplaudieron la escena de la "ganchada" que ejecuta de nuevo para la afición, con sin par maestría, nuestro anfitrión.
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Pasó la comida del plato a la andorga con gran satisfacción pues, tras la confesión, gozaban también de limpieza de espíritu.
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¿Hay alguno que quiera repetir?
No hubo respuesta.
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Contó Marcial una sentida y verídica anécdota sobre lo que les sucede a los gorrinos de su pueblo (llamados, puercos bobos) cuando sienten que va a ir a visitarlos el "cortante".
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Después del café y la copa arrastraron sus pesados cuerpos hasta el tapiz verde del juego, verdadero mortiguador, de los sentidos.
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Iniciada la partida, partí con Guillermo a visitar la Casa Grande. Allí charramos con el guardia jurado y después recorrimos las calles del lugar. Tal recorrido lo veremos en otro spot.
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Allepuz, 26 de marzo de 2014.
A 116 años de la pérdida de Cuba.
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GALERÍA DE
GACHEROS ILUSTRES
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