SER PADRE, UNA FIRME RESPONSABILIDAD
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El Padre, al igual que la Madre,
sufre los cambios que los nuevos tiempos traen. El hombre ha dejado los rudos
trabajos de campo y realiza ahora otras tareas menos enojosas. Se ha hecho más
hogareño y participa cada vez más en las tareas del hogar y de la educación de
los hijos. Los cambios le han supuesto un duro golpe a su autoestima de “cazador-recolector”
al no ser ya, el único, que aprovisiona de “comida” el hogar. Lo mismo le
sucede a la mujer, que ha tenido que compartir el hogar, su ámbito “casi
exclusivo”, con el hombre. El mayor tiempo de convivencia y de competencia en
las mismas tareas ocasiona fricciones y aumentan el número de divorcios (“no lo
soporto”). Pero, estos cambios son producto de un periodo de adaptación y en el
futuro las relaciones se normalizarán, con toda seguridad.
La familia es una institución que ha sido objeto de estudio desde todos los ámbitos del pensamiento y desde todas las ideologías. Es muy conocido el libro titulado "El origen de la familia la propiedad privada y el Estado" de Hengels y la familia, a su vez, es objeto de detallado estudio por todos los especialistas de la antropología humana. Se trata de averiguar a través de esta fundamentalísima célula vital algunos aspectos de nuestro origen y nuestra evolución social. ¿Qué papel desempeñan los lazos familiares en nuestro desarrollo intelectual y social? También se ha estudiado nuestro modelo familiar tradicional monógamo y qué ventajas ha producido sobre otros tipos de relaciones sexuales (poligamia) y parentales.
En nuestro modelo tradicional el hombre y la mujer representan un dualidad axial y un modelo a seguir por la prole. Esta dualidad complementaria contribuye al origen de individuos equilibrados y liberados de atavismos involutivos. A su vez, esta beneficiosa liberación les permiten afrontar tareas de aprendizaje intelectual (mentefactos), mecánico (artefactos) y una rápida incorporación a la vida social con notable éxito.
El padre comparte con la madre la
traída al mundo de un nuevo ser al que deben dar cobijo y educación. Esto es en
esencia lo que los PADRES deben hacer,
dicho en pocas palabras. Sin embargo,
estas dos encomiendas van cargadas de un profundo contenido programático
y de un trabajo, a veces agotador. Procurar el bienestar físico de los hijos
puede ser trabajoso, pero sin embargo, como enseguida veremos no es la tarea más difícil.
En algunos casos vemos que sobra el dinero en las familias y falta la
“educación”, que el estar bien posicionado económicamente no da los resultados
apetecidos o programados y es que son muchos los factores que juegan en la
educación de los hijos. Por ello, la educación de los hijos se ha convertido en
un quebradero de cabeza para los padres que no alcanzan a comprender, cuando
hay malos resultados, en que han podido fallar.
El éxito en la educación de los
hijos se basa en la capacidad de estos, llegado el momento, de poder vivir por
sí mismos de forma autónoma e independiente. Esta es la pauta mínima exigible,
a no ser que por alguna enfermedad o deficiencia física o psíquica, el hijo no
pudiera ser autónomo o su grado de autonomía fuera limitado.
Superado este primer estadio, un
individuo sano e independiente puede acometer muchas metas y proyectos en la
vida. Sin embargo, en cualquiera de las múltiples facetas que nos ofrece la
vida, hay un objetivo que un individuo bien educado no podrá nunca excusar, se
trata de la contribución en la medida de sus posibilidades al DESARROLLO Y PROGRESO DE NUESTRA SOCIEDAD.
Más allá de lo teológico, del mérito personal o del enriquecimiento material, la sociedad es un cuerpo vivo
que en su caminar da el testigo a las nuevas generaciones para que adelanten en
la ciencia y den respuesta a las inquietudes humanas (a todas). Por ello, el
currículo académico contiene la cultura que queremos trasmitir y, las nuevas
generaciones, deben de asumirlo y depositarlo crecido en la siguiente.
Sin embargo, muchos de nuestros
hijos CAPACES, bien dotados intelectualmente, no llegan a culminar una
trayectoria edificante y se pierden por el camino de los múltiples y engañosos
atractivos que ofrece nuestra sociedad mercantilista al incauto. Cuantas
inteligencias perdidas por los accidentes de tráfico, el alcohol, las drogas,
la prostitución, etc., etc. Son
individuos que calificamos como IMBÉCILES, por ser incapaces de caminar por si
mismos. Son aquellos que necesitan el apoyo y la ayuda porque su conducta
errática les hace descarriar a cada momento. Son individuos que deberían estar
DANDO a la sociedad y que sin embargo son dependientes de ella.
Lo dicho anteriormente viene a
cuento del día del Padre y de la necesidad de coordinar esfuerzos con la Madre
para lograr un hijo económicamente independiente, intelectualmente autónomo y
socialmente capaz de solidarizarse con los demás. Esto último es muy importante, pues, por mucho éxito económico o científico que obtenga un individuo si no es solidario, no vale nada ( véase el encomiable ejemplo de Plácido Domingo). Y viene también a cuento con
lo que dice Fernando Savater en su Ética para Amador: “¿Sabes cuál es la única
obligación que tenemos en esta vida? Pues no ser imbéciles. La palabra
“imbécil” es más sustanciosa de lo que parece, no te vayas a creer. Viene del
latín baculus que significa “bastón”: el imbécil es el que necesita bastón para
caminar. Que no se enfaden con nosotros los cojos ni los ancianitos, porque el
bastón al que nos referimos no es el que se usa muy legítimamente para ayudar a
sostenerse y dar pasitos a un cuerpo quebrantado por algún accidente o por la
edad.”
La educación es pues un arte que
los padres deben saber manejar con eficacia y seguridad. Medir los esfuerzos,
alentar en la dudas, premiar los sacrificios y estimular el conocimiento. El
hijo tiene que tener siempre abierta la ventana de la ESPARANZA. Nadie debe ser
rechazado categóricamente en ningún proceso educativo. La frustración insuperable es el
cortocircuito que destruye al individuo. Por eso hemos puesto dos fotografías
en este spot una con ESPERANZA, con luz al final de la calle. La otra con
oscuridad, con frustración total. La primera produce hijos sanos, equilibrados y la
segunda imbéciles.
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Calle Argentina de Teruel
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El Padre debe de establecer, en todo momento, puentes de entendimiento y conciliación en las tensiones familiares.
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Escultura del alcañizano Francisco Rallo Lahoz. Rallo construye este grupo escultórico sobre la verticalidad del hombre-pater. En la base, sobre la tierra, la mujer generatriz que eleva al hijo fecundado hasta alcanzar al padre. Representa una visión tradicional de la familia donde el hombre constituía la columna o espina dorsal de la misma.
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En esta ocasión Rallo muestra otra visión tradicional del ser humano. El hombre con su esfuerzo es capaz de transformar la tierra pero, su fuerza muscular y su inteligencia, lo convertirán en el mayor depredador de todos los seres del planeta. Tal es así que hoy se intenta recomponer la cadena trófica desarticulada por el hombre.
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