EN LA RUTA DE LA LANA
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¡Qué palacios son aquellos?
¡Altos son y relucían!
De Rubielos son, señor,
y también, de La Iglesuela;
de Matutano y Aliaga
labrados a maravilla.
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No fue con los "moros", ni tampoco con el Fuero (tópicos). El periodo más próspero de la historia turolense se debe al textil en los siglos XVII y XVIII.
No fue con los "moros", ni tampoco con el Fuero (tópicos). El periodo más próspero de la historia turolense se debe al textil en los siglos XVII y XVIII.
La arquitectura religiosa en gran
parte de la provincia de Teruel es bastante aburrida por monótona. Casi todas
las iglesias tienen una estructura barroca y pertenecen a los siglos XVII y
XVIII. La expresión “bóveda de cañón con lunetos” se repite con demasiada
frecuencia. Si exceptuamos las torres, unas conservadas de fortalezas
preexistentes, otras recrecidas y rematadas con ladrillo y algunas otras de
tono mudéjar tardío, el conjunto, tanto de construcciones civiles como
religiosas, nos conducen a una época muy concreta de nuestra historia. ¿Qué pasó
en las provincia de Teruel durante los siglos XVII y XVIII? (De ello sabe, José Manuel Latorre).
Dice Ignacio de Asso que hasta
finales del siglo XVIII la agricultura en él área del sur del Sistema Ibérico
no tenía apenar relevancia, fuera del consumo humano vital. Por ello nos quedan
dos actividades a explorar: la ganadería y la industria.
La Casa de Ganaderos de Zaragoza
ha sido una de las instituciones más importantes de Aragón. Cuando los
franceses conquistan Zaragoza (Guerra de la Independencia) ésta es una de esas instituciones con la que
pactan. Sabemos que los ganados se extendían por todo el territorio
aragonés sin límites (excepto boalares y dehesas) y, que Alfonso I el Batallador
había concedido el derecho de pasto a los zaragozanos (Casa de Ganaderos, Ángel Canellas) sobre todo Aragón.
Pero el aumento de riqueza a los
de Teruel no les vendría del pastoreo, si no del valor añadido producto de la
fabricación de todo tipo de paños y su exportación fuera de la Península Ibérica.
Así, el comercio textil con Nápoles y con Marsella se hace cotidiano durante
estos siglos. Fruto de ese comercio será el enriquecimiento de determinadas
familiar y religiosos y el gusto por la arquitectura y la pintura italiana.
En nuestra provincia, en la
llamada “Ruta de la Lana”, aparecen poblaciones de una belleza excepcional
debido a que esa "aristocracia" rica manda construirse suntuosos palacios de corte
italiano y barroco. La Iglesia aprovecha la bonanza para reformar sus templos con
un estilo que está en boga: el barroco.
Cuando el turista llega a La
Iglesuela del Cid y el guía le señala un palacio napolitano en lugar tan
singular, no acierta a comprender el por qué de tal hecho con la perspectiva de
hoy día. Lo mismo sucede cuando un viajero visita Rubielos de Mora, Villarroya
de los Pinares, Cantavieja, Aliaga, Fortanete… Teruel, Gea de Albarracín o
Albarracín mismo.
Todo se debe a la lana, a su
manufactura y a un comercio exterior que dejaba gran “valor añadido” a un
producto que vendido en bruto rentaba mucho menos. Por ello encontramos un
palacio napolitano en la calle de San Martín de Teruel, datado en el siglo XVII.
Una palacio ahora dividido en dos y con deplorable pintura de fachada en la
parte llamada “Casa del Canónigo”. ¿Quién tuvo tal ocurrencia? ¿Quién osó
pintar esta parte del palacio con la paleta de colores del modernismo? Una barbaridad
que seguro no fue obra de sus dueños, que aman el arte y la cultura. Cuando
pasas por la llamada calle 22 de febrero, antes y ahora de San Martín, la
fachada susodicha te da una bofetada de mal gusto. Acomodemos el tono de la
pintura de la fachada a la parte que no ha sido tocada por la mano de “Patrimonio”.
¡Por favor!
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La Guerra de la Independencia contra los franceses y particularmente en Teruel, las tres Guerras Carlistas, produjeron el hundimiento progresivo de la industria textil. Los datos son demoledores y a partir del siglo XIX estos brazos que se dedicaban a la industria textil pasan a la agricultura, con un empobrecimiento de la población preocupante. La agricultura en el sistema ibérico es problemática y la de secano todavía más incierta por la escasez de lluvias. No es de extrañar (valga como anécdota) que en el año 1840 Mariano Castillo saque su famosos Calendario Zaragozano con la predicción del tiempo para todo el año. Hay una frase que se repite machaconamente entre los agricultores turolenses: "Antes llovía (y nevaba) más". A principios del siglo XX, la poca industria textil que subsiste, es aniquilada por los catalanes que mecanizan sus telares.
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Llama la atención por su estridencia.
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Contraste.
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