LOS RESTOS DE UN
NAUFRAGIO
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El patrimonio religioso, allí
donde se ha conservado y se restaura, sirve de reclamo turístico para el pueblo
y fuente de riqueza. La acción descabellada de los republicanos en la Guerra Civil
(36-39) ha dado como consecuencia esto que estamos viendo. Ha permanecido lo
que no ardió y aquello santos que la piedad anónima pudo esconder a pesar de las amenazas de muerte. Queda, en
Pancrudo, un magnífico edificio de finales del siglo XVI con torre defensiva
(ahora campanario) a los pies, una escalera de tipo imperial para subir al coro
y una portada no exenta de belleza con sus columnas toscanas. El interior, a
pesar de la belleza arquitectónica que todavía emana, destina desamparo y
tristeza. Junto al altar mayor, el día de la Ascensión, puso el cura las
imágenes de San Fabián y a San Sebastián a un lado y a Cristo resucitado venciendo a la muerte sobre el otro. Tiene también
el famoso niño de la bola y alguna otra advocación ocupando esquinas de unas
capillas desiertas y en las que se supone que antes había retablos. No sabemos
si se han conservado otros objetos litúrgicos de gran valor (generalmente en
plata) como cruces procesionales, custodias, incensarios, etc., etc.
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Visitamos Pancrudo el día de la Asunción y al día siguiente, como ya es tradicional, celebra la Iglesia Católica la fiesta de san Roque: "ERIS IN PESTE PATRONUS".
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