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viernes, 31 de enero de 2020

Enero2020/Miscelánea. PEÑALBA DE VILLASTAR (III) LA DEGRADACIÓN POR OBRA DE LA MANO DEL HOMBRE

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PROCESO DE DEGRADACIÓN ANTRÓPICA
Quien camine hoy por la senda que discurre al pie del imponente farallón de casi 2 km. de extensión que corona la muela caliza de Peñalba, en Villastar (Teruel) se llevará una imagen distorsionada de como fue ese espacio sagrado en la Antigüedad debido al intenso proceso de degradación antrópica que ha sufrido desde su descubrimiento. Éste se produjo en 1909, cuando Juan Cabré, durante sus exploraciones para la elaboración del Catálogo Monumental de la provincia de Teruel, descubrió una veintena de inscripciones paleohispánicas y latinas, y numerosas figuras humanas, animales y geométricas grabadas en las paredes de la montaña de Peñalba, identificándola como un santuario de convergencia al que habrían acudido poblaciones celtíberas ibéricas y romanas.
Fue el propio Cabré quien decidió arrancar algunos de los conjuntos rupestres para garantizar su conservación -siguiendo un criterio que, pese a su buena intención, resulta hoy más que discutible-, y las trasladó a su casa de Calaceite, para venderlas luego al Museo de Barcelona. Su acción fue imitada por otros,quienes incluso han dejado testimonio autógrafo en los huecos producidos por sus extracciones, en lo que actualmente constituiría un delito contra el Patrimonio.
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A esa sangría de epígrafes y grabados rupestres se suma el deterioro causado por la propia erosión natural, y por la acción vandálica de quienes han raspado, escrito y/o dibujado sobre las frágiles inscripciones y figuras, dañándolas para siempre. El continuado deterioro del farallón de Peñalba dificulta notablemente el estudio y la comprensión de las dinámicas rituales que se celebraron en ese santuario celtíbero-romano, pero ello no menoscaba su valor histórico como uno de los espacios rupestres de culto más importantes de Hispania, en el que la propia muela, a cuyos pies discurre el río Turia, constituye una importante arquitectura natural considerada sagrada por las poblaciones de la Antigüedad.
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Gacheros-Celtíberos subiendo a Peñalba. Llevan en la mochila para realizar la ofrenda a sus dioses, Málaga Virgen y Tortas Finas.
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