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La satisfacción por la incorporación de la disputada y codiciada (por estratégica) plaza del señorío de Albarracín (luego Comunidad de Albarracín) a la corona de Aragón fue evidenciada al situar su representación en Cortes de Aragón, en lugar muy preferente.
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Resolución del conflicto entre Pedro
IV y el Infante Fernando
"La muerte de Fernando fue un asesinato político."
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El infante Fernando, sobrino de
Alfonso XI, competía con el bastardo real Enrique de Trastámara por el trono de
Castilla, siendo ambos utilizados por Pedro el Ceremonioso en sus luchas contra
Pedro I. Transcurrido un lustro de esos acuerdos, enmarcado en un conflicto
militar que no veía su final, la creencia del infante de que su hermano se
decantaría por el conde Enrique tras la
firma de la paz de Morvedre a
mediados de 1363 le condujo a intentar salir de la Corona de Aragón hacia
Francia abandonando el compromiso con su rey. Pedro IV, cuyo pragmatismo
político superaba de largo su sentido de familia, decidió frenar su salida
ordenando su muerte en caso de ofrecer resistencia. Lo que ocurrió en Castellón, el 16 de julio de 1363. La muerte de Fernando fue un asesinato político, con
posterioridad al cual el real fratricida elaboró una justificación alrededor
de un proceso que declaraba y sentenciaba lo dit infant haver comés crim de lesa
magestat sobre acusaciones de traición y connivencia con el enemigo. No
obstante la debilidad de las razones aducidas, por su carencia de veracidad, la
desaparición de la escena del infante de Aragón reportaba beneficios y
tranquilidad a Pedro IV. Beneficios en cuanto que sus posesiones, al carecer de
descendencia, fueron incorporadas al real patrimonio, al igual que los honores
recibidos con motivo del acuerdo de 1357. Tranquilidad en un doble ámbito, si
en clave interna la procuración general de los reinos – ahora rebautizada como
gobernación general– pasaba a poder del primogénito Juan al día siguiente del
homicidio, siendo así comunicado a los cabeza de los distintos gobiernos
territoriales de la Corona–Rosellón y Cerdaña, Mallorca, Cataluña, Aragón,
Valencia y los dominios sardos de Càller y Logudor–, hacía el exterior quedaba
claro que a partir de ese instante el candidato de Pedro IV a ocupar el trono
de Castilla era Enrique de Trastámara, con el que de manera inmediata se
establecía un acuerdo a tal fin sobre la base de la entrega de una importante
porción de suelo castellano a la Corona de Aragón en calidad de compensación.
Hecho que nunca ocurrió.