EL PAZO DE MEIRÁS DE DOÑA EMILIA
PARDO BAZÁN
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Yo fui antifranquista hasta el día,
20 de noviembre de 1975. Franco no era un ideólogo y no dejó doctrina, por el
contrario, era un hombre práctico, un monárquico, que quiso regenerar la
trayectoria poco edificante de la corona española bajo el epígrafe de: “Monarquía
del 18 de julio”. Pero, sobre todo, Franco era el “tío del palo”, es decir, un militar
al que utilizó tanto la monarquía como la república para cuestiones bélicas y de “orden
público”. El Movimiento fue, en este orden de cosas, la fusión de falangistas y
requetés. Una coyunda siempre mal avenida. He visitado en dos ocasiones el
Valle de los Caídos y he comprobado la pusilanimidad de la gente. La primera
vez, a poco de la muerte de dictador, muchas eran las personas que pasaba junto
a su tumba con gran respeto. La segunda vez, con la sensación de miedo casi
olvidada, algunos “valientes” escupían sobre su tumba. ¡Qué valor!
El Pazo de Meirás se lo regaló la
ciudad de la Coruña al dictador para que éste, llevara la “CORTE” en verano a la
ciudad y ganaran sus buenos dineros el sector turístico coruñés. Bien es verdad
que (el pazo) se pagó con suscripción popular y, también, se descontó una
cantidad de dinero de aquellos que tenían nómina: muy mal hecho. Y esta última
es la causa de que se quiera expropiar. Y lo entiendo…
Cada vez que sale el asunto del pazo
de Meirás por la televisión me da la sensación, no sé si estaré en lo cierto,
de que la intención con este barullo y runrún político está más en el plano de
la venganza (del escupitajo en la tumba pasados más de cuarenta años) que en el
plano de la estricta justicia.
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