LAS DOCE CUEVAS DEL QUMRÁN
(Cuento apócrifo)
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Se encontró en la duodécima cueva.
Allí, el conjunto de rollos manuscritos hallados fue proverbial. La claridad de
los datos absoluta y la certeza en las fechas inapelable. Por alguna razón que
desconocemos la cueva que hacía el número doce fue destruida y los pergaminos
hallados quemados rápidamente. Desde ese momento se habló y se determinó que
aquellas serían las ONCE CUEVAS DEL QUMRÁN. Estamos hablando de los MANUSCRITOS
DEL MAR MUERTO. Una fuente documental que, tras su hallazgo fortuito por un
pastor nómada, dio las claves de los misterios más perseguidos de la antigüedad
y cambió la historia de Jesús de forma determinante.
De la lectura de los textos y de las
notas tomadas por un rabino judío, antes de la destrucción de los mismos, se
deduciría que Jesús fue un impostor. Que su personalidad fue suplantada y que
toda la historia del Cristianismo debería ponerse en duda y revisada en su
totalidad.
Las notas manuscritas, compradas por
un mercader tunecino en un mercado de Persia y que obran en nuestro poder tras
haber rodado por decenas de casbas sin que nadie les diera el más mínimo valor,
advierten, de que los datos son inequívocos. Si bien es cierto que María es la
madre de Jesús y el lugar en que dio a luz Belén de Judea. Lo más sorprendente
y que dio lugar a que los documentos originales fueran quemados, es que, María,
contra todo pronóstico, tuvo un parto gemelar.
Por aquellos tiempos, la mayoría de
partos múltiples producía la muerte de la madre, sin embargo, en este caso y
dada la naturaleza del mismo todo terminó bien. María dio a luz un 25 de
diciembre a dos niños. Eran gemelos bivitelinos, es decir que procedían de
cigotos diferentes. Razón por la cual, el primer ser en nacer y, por lo tanto,
destinado a ser el Hijo de Dios y Redentor del género humano fue, una niña de
color negro. La sorpresa fue mayúscula, tanto en María como en José, sin
embargo ambos, seres humildes, aceptaron el hecho como ya habían aceptado antes
la fecundación de María por obra y gracia del Espíritu santo. Consideraron, ambos,
que todo era obra del Todopoderoso y a ello se atuvieron con idéntica resignación
que en otras ocasiones.
Después del parto, José y María eran
reacios a manifestar el hecho en público. Pues, aunque seguros de sí mismos,
querían evitar las murmuraciones de la gente. Todo siguió su curso normal hasta
la llegada de improviso de Tres Reyes Magos, procedentes de diferentes puntos
del planeta.
Al llegar los Reyes Magos y ver dos
niños (niño y niña) en una misma cuna y de color diferente pensaron, no sin
razón, que deberían intervenir de alguna manera para tratar de solucionar este
conflicto, que si ahora ya planteaba dudas, qué sería en el futuro. Toda una
era de discordia y confusión podía llenar la historia del género humano. Por
contra, era preciso reconocer que había cierta lógica en la mente de Dios. El
primer hombre que creó, lo creó en África y, lo creó, negro. Por lo tanto el
Salvador, hecho a imagen y semejanza del hombre, debe / debería ser negro.
Por aquellas fechas planeaba el rey
Herodes matar a los primogénitos que nacían en su reino pues, le habían
advertido, que entre aquellos niños se encontraba el futuro rey de Galilea y
que éste nuevo rey sería causa de su abdicación. Y fue, según venimos
siguiendo las notas manuscritas del rabino judío, el rey Baltasar quien lo
planificó todo. En principio, los tres reyes eran blancos, pero la causa de que
el tercero aparezca de color negro, tiene que ver con una señal divina, para
que en él se reconociera el horrendo infanticidio cometido. Así pues,
entregaron a Herodes a la niña negra para que fuera asesinada, dejando al niño
blanco vivo y como Mesías (el sacrificio del primogénito era una práctica
habitual entre los cananeos, ver el sacrificio de Isaac).
Jesús, como Hombre, nunca se enteró
de este secreto que celosamente guardaban sus padres en lo más hondo de sus
corazones. Como Hijo de Dios y Dios mismo era consciente de ello, más nunca se
pronunció sobre el tema. En los Manuscritos del Mar Muerto queda en evidencia el
sacrificio del Mesías por la redención de género humano pero, no en la forma en
que nosotros la conocemos ahora.
Tras más de veinte siglos de historia
resulta, casi imposible, recomponer a nivel popular la verdadera historia de la
salvación. Somos muchos los que pensamos que hay que dejar las cosas como
están. Solamente los lectores de Miscelánea sabrán aceptar y guardar en secreto
la verdadera historia de la redención del género humano hecha al unísono por Jesús
de Nazaret y su hermanica.
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